ECONOMÍA
El baile de los reguladores, Sebastián pide a Salgado cambio de pareja
El Ministro de Industria estaría dispuesto a tragarse el nombramiento de Carlos Ocaña en la CNE a cambio de que la vicepresidenta le permita colocar a su antiguo colaborador Pedro Marín en la CNC
josé antonio navas
Por fin, después de tres largos años al frente del Ministerio de Industria, Miguel Sebastián se ha dignado a pisar por vez primera la sede de la Comisión Nacional de Energía (CNE). El sonado acontecimiento, todo un honor para Maite Costa ... y el resto de consejeros que apuran sus últimos días de mandato, tuvo lugar precisamente hace unos días con motivo de la toma de posesión de la nueva hornada de vocales que se están incorporando a la entidad supervisora. El titular del ramo pasó, eso sí, de puntillas y con la excusa de no profanar la sagrada independencia que debe presidir las actuaciones del organismo regulador.
El ministro es un hacha en el manejo descarado de la política de gestos, tanto si decide exponerse en público con alguna de sus célebres ocurrencias como en aquellos momentos en que es recomendable quedar agazapado para mejor verlas venir. En la presente ocasión el horno está que echa humo dadas las sospechas de intervencionismo que sacuden al Gobierno en su relación con el Tribunal Constitucional y la polémica sentencia que ha permitido a los proetarras de Bildu copar buena parte de las instituciones del País Vasco. Sebastián consideró que en boca callada no entran moscas y los dos representantes colocados por el PSOE y el PNV en el consejo de administración de la CNE se quedaron con las ganas de escuchar las palabras de apoyo y bienvenida por parte del representante del Gobierno. Un detalle de cortesía que hubiera sido muy de agradecer si se tiene en cuenta que ni Idoia Zenarruzabeitia , antigua vicelendakari con Juan José Ibarretxe , y menos aún el profesor de la Universidad de Comillas, Tomás Gómez , han salido limpios y relucientes del examen de acceso tramitado a efectos de inventario por el Congreso de los Diputados.
La partitocracia que domina España no tiene inconveniente en lavarse las manos con aguarrás cada vez que se dispone a meter mano en la tarta institucional. Los organismos reguladores son un dulce muy apetecible y lo mismo satisfacen la bulimia de poder que sirven para combatir una situación de hambruna política. Sebastián, hombre previsor vale por dos, no ha querido comprometerse con las recientes designaciones de comisionados energéticos porque sabe que el plato gordo de las entidades supervisoras está cocinándose todavía a fuego lento y los cambios propiciados en esta primera fase no dejan de ser un simple aperitivo servido por el Gobierno para abrir boca con sus invitados de los partidos nacionalistas.
El PP brilla por su ausencia en los órganos de control de las tres grandes instituciones de supervisión económica
El vértice de la estrategia del PSOE, más si cabe tras el varapalo del 22-M, pasa por una alianza con los grupos periféricos que permita restaurar el viejo cordón sanitario contra el Partido Popular. El lugarteniente en jefe Rubalcaba es consciente de la precaria situación que deja Zapatero y considera que la única alternativa de salir airoso en unas elecciones generales es soltar carrete a sus interesados amigos nacionalistas. El testimonio de esa unidad de destino en lo regional se ha manifestado con inusitada elocuencia tras la renovación de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), presidida por el socialista Bernardo Lorenzo pero en la que cuatro de los siete puestos del consejo pertenecen ahora a los representantes de CiU, ERC, PNV y Coalición Canaria.
El PP brilla actualmente por su ausencia en los órganos de control de las tres grandes instituciones de supervisión económica. En la Comisión de la Energía los tres representantes nombrados durante la primera etapa del Gobierno Aznar , allá por el pasado siglo, han sido relevados del cargo hace un par de semanas y en la Comisión Nacional de la Competencia la situación es más patética aún porque los vocales designados en 2004 a instancias de Rodrigo Rato fueron cesados sin paliativos hace más de un año. Dicho de otro modo, el primer partido de la oposición no se ha comido ni una rosca en la renovación de los organismos reguladores y tampoco parece que lo vaya a hacer en estos últimos compases de Gobierno socialista.
Sebastián ha corrido un tupido velo sobre cualquier expectativa de pacto con el grupo de Rajoy . El ministro no quiere ceder ahora un solo triunfo al PP porque lo único que le importa es negociar a cara de perro un cambio de cromos con Elena Salgado . La vicepresidenta está empeñada en hacer valer su prelación colocando al secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña , al frente de la Comisión Nacional de Energía. Todo un desafío para el responsable de la política industrial, que está dispuesto a tragarse la afrenta si, en contrapartida, consigue situar a su antiguo colaborador Pedro Marín en la presidencia de la Comisión Nacional de la Competencia cuando el próximo mes de octubre venza el mandato de Luis Berenguer. He aquí el verdadero objeto de deseo que mueve a Sebastián y el motivo que le obliga a permanecer callado en la CNE para llevar a cabo eficazmente su labor sorda en la CNC.
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