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Las fugas radiactivas de Fukushima durarán varios meses

La lucha contra los escapes tóxicos al Océano Pacífico se suma a los esfuerzos por refrigerar los reactores de la central nuclear

Las fugas radiactivas de Fukushima durarán varios meses

PABLO M. DÍEZ

El desastre nuclear de Japón no tienes visos de acabar pronto. Así lo ha reconocido el Gobierno, que calcula que las fugas radiactivas en la siniestrada central de Fukushima 1 durarán aún bastante tiempo. “Pasarán unos pocos meses hasta que finalmente tengamos las cosas bajo control y nos hagamos una idea sobre el futuro”, reconoció el portavoz de la Agencia de Seguridad Nuclear nipona, Hidehiko Nishimaya, quien insistió en que “nos enfrentaremos a un punto de inflexión en los próximos meses, pero no será el fin”.

La prioridad consiste en refrigerar los reactores para que no se calienten y estallen o sigan liberando a la atmósfera partículas tóxicas. Pero los trabajos de los operarios, que se juegan la vida exponiéndose a peligrosas radiaciones, se ven constantemente frenados por los nuevos contratiempos que aparecen cada día.

El último ha sido el descubrimiento de una grieta de 20 centímetros en un pozo de agua contaminada del reactor número 2 , que está vertiendo radiactividad al Océano Pacífico. Primero se ha intentado sellar la fisura con hormigón pero, como el remedio no ha funcionado, los ingenieros depositaron sus esperanzas en la inyección de un polímero altamente absorbente en las tuberías de la fosa, pero no está teniendo éxito.

El agua que allí se acumula alcanza unos niveles de radiactividad de 1.000 “milisieverts” por hora, diez veces más del límite anual a partir del cual aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer. Aunque los niveles decrecen hasta los 400 “milisieverts” por hora a sólo unos pocos pasos, siguen estando por encima del tope de 250 “milisieverts” permitidos a los trabajadores de las centrales nucleares niponas.

Yodo 131

“Esta va a ser una lucha muy larga”, advirtió en la cadena Fuji TV el diputado Goshi Hosono, que asesora al primer ministro nipón, Naoto Kan, en el peor accidente nuclear desde Chernóbil en 1986. Para Hosono, “el mayor reto son las más de 10.000 barras de combustible de combustible usado que se almacenan en las piscinas de los reactores”, que miden cuatro metros y medio, son altamente radiactivas y “llevará mucho tiempo reprocesarlas”.

Los escapes radiactivos de Fukushima están despertando una honda preocupación en la sociedad nipona. En el mar, el yodo 131 ya es 4.000 veces más de lo normal en los alrededores de la planta atómica. Aunque las autoridades insisten en que las partículas tóxicas se disolverán rápidamente en el océano, los japoneses temen que la radiación contamine a los peces, plato esencial de su gastronomía, y pase así a la cadena alimentaria.

De hecho, la leche y una docena de verduras de Fukushima y otras prefecturas vecinas han sido prohibidas al descubrirse que contenían restos de cesio y yodo. La amenaza pende sobre los agricultores y ganaderos del noreste de Japón, algunos de los cuales se han desplazado hasta Tokio para demostrar con contadores Geiger que sus productos están limpios y son sanos.

No ha sido la única manifestación del fin de semana en la capital, ya que un centenar de personas se congregaron ante la sede de la empresa que gestiona la central, Tokyo Electric Corporation (Tepco) , para protestar contra la energía nuclear.

Por su parte, Tepco anunció el hallazgo de dos cadáveres en la planta . Se trata de dos trabajadores, de 24 y 21 años, que al parecer murieron cuando estaban comprobando los daños del terremoto y el tsunami golpeó a la central. Aunque intentaron refugiarse en un sótano donde había una sala de turbinas, la ola gigante los inundó. Lo peor de todo es que los cuerpos están contaminados por la radiactividad y habrá que limpiarlos primero.

Por último día, unos 25.000 soldados americanos y japoneses han concluido la búsqueda de los más de 15.500 desaparecidos cuyos cadáveres aún no han sido encontrados, y que se suman a los 12.000 fallecidos que se cobró la catástrofe. Apenas han hallado más de un centenar de cuerpos, ya que la mayoría de las víctimas fueron tragadas por el mar y lo más probable es que nunca se encuentren.

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