Las nuevas armas de la batalla de Fukushima

Los técnicos han comenzado a extender cola de resina para fijar al suelo las partículas radiactivas que se han esparcido tras las explosiones en Fukushima. El objetivo es limitar su dispersión en la región. Unos 2.000 litros de resina se han vaporizado sobre una superficie de 500 metros cerca del reactor cuatro. Los trabajadores prevén usar 60.000 litros en dos semanas.

Algunas de las mayores bombas de hormigón del mundo se han enviado desde Estados Unidos, Alemania y China para rociar agua en el combustible de Fukushima. Son camiones dotados de un enorme brazo articulado usado normalmente para el hormigonado en obras de edificios elevados. Los mayores pueden alcanzar los 70 metros. En Fukushima el hormigón ha sido reemplazado por agua. Los camiones-bomba gigantes han sido proporcionados por la empresa alemana Putzmeister. El grupo chino Sany, especializado en maquinaria pesada de obras, también ha enviado uno.

Tras fracasar en el intento de sellar con cemento las fugas de agua con alta radiactividad que se escapan al mar desde el reactor 2, los técnicos de Fukushima utilizan polímeros superabsorbentes . Estas materias en polvo forman un gel al contacto con el agua y ofrecen una enorma capacidad de absorción. Los polímeros, mezclados con serrín y papel de periódico, sirven como tubo para filtrar el agua contaminada de la fosa agrietada.