ARQUITECTURA
El arquitecto Frank Gehry prepara un proyecto para la Universidad de Sidney
Gehry da una nueva pirueta para acabar en el mismo sitio, repitiendo fórmulas que le proporcionaron fama mundial
Fredy Massad
El Museo Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry marcó un punto de inflexión fundamental en la arquitectura de finales del siglo XX , tanto por la morfología y materialidad del edificio como por su efecto global. Supuso asimismo otro cambio en la carrera de ... este arquitecto, que logró construir ese edificio por su férreo convencimiento, su capacidad y su destreza para convencer a políticos, gestores y opinión pública, demostrando que aquel lenguaje funcionaría y generaría un impacto que transformaría la percepción cultural sobre el poder de la arquitectura.
Hoy, en el ocaso de los arquitectos-estrellas, la obra de Gehry es el ejemplo claro (seguramente, porque de todos ellos es el más mediático) de cómo se puede quedar prisionero del éxito. Su obstinación y audacia devinieron en una complacencia que le han hecho permanecer anclado en un punto narcisista de gloria, sin permitirse arriesgar y evolucionar. Por eso, la presentación de un nuevo proyecto de su autoría suscita una cierta sensación de dejà vu . Aunque con interés, ya no se aguarda a Gehry con expectación, sino con el desapasionamiento con el que se recibe una sorpresa totalmente previsible. En este sentido, la presentación reciente de sus ideas para la Universidad de Tecnología de Sidney (Australia) no ha sido una excepción.
En el ocaso de los arquitectos-estrellas, Gehry es prisionero del éxito
La maqueta corrobora que e ste gran arquitecto de la desmesura, la ironía y el despilfarro formal (una imagen que quedó certificada y también plasmada en su cameo simpsoniano ), ha quedado definitivamente encerrado en su inconfundible sello de autor, al que parecería haberse subordinado no tanto por afirmación de individualidad como por negocio: «Trato de explorar, para que los edificios no parezcan iguales, pero es imposible no dejar tus huellas. Puede reconocerse el trabajo de los artistas, y el de los arquitectos. Eso hace al cliente estar seguro de que vamos a entregarles algo único».
El edificio se ubicará en el campus principal de la Universidad de Sidney y se concibe desde la doble dimensión de ser un edificio singular que no solo es representativo de la identidad de una institución, sino que también aspira a convertirse en un referente urbano, otro referente icónico de Sidney junto al auditorio de ópera de Jorn Utzon.
La Casa-Árbol
Con el nombre oficial de Dr. Chau Chak Wing Building –en honor al filántropo chino que ha entregado a esta universidad un donativo de 19 millones de euros– , pero apodado «la Casa-Árbol», como metáfora de su apariencia, y al concepto según el cual ha sido planteado («un tronco como centro de actividad y ramas, donde las personas pueden conectarse y realizar su trabajo»), ocupará una superficie de 16.030 m2, con una elevación de once plantas y dos fachadas con carácter distinto: la situada al este estará construida en ladrillo en un color similar al de la piedra arenisca local, curvándose como si se tratara de un material dúctil, la textura será rugosa para enfatizar el carácter del material. La oeste estará hecha de grandes placas de vidrio, lo que reflectará los edificios colindantes. Torres de ladrillo se alzarán en las esquinas.
No se pasa por alto el énfasis de la institución para afirmar que el edificio se ha concebido de «dentro hacia afuera», dando a entender que las exigencias funcionales han primado sobre la forma, por lo que se trata de un proyecto de colaboración equilibrado en el que el arquitecto se pone al servicio de los mejores intereses de la universidad, pero frente al que pronto se yuxtapone la orgullosa proclamación de que «la universidad construirá el nuevo icono de Frank Gehry».
El edificio se ha concebido de «dentro hacia afuera». Han primado las exigencias funcionales
Desley Luscombe, decana de la facultad de Diseño y Arquitectura de la universidad, articula los argumentos de Gehry: «Un buen diseño permitirá a la institución pensar a través de sus aspiraciones, evaluar qué actitudes dependen de determinantes espaciales y buscar consejo para no poner trabas a sus auténticas aspiraciones». Argumentos que reiteran los planteamientos del State Center del MIT, diseñado por el norteamericano en 2004 , donde trataba de proponer nuevas soluciones espaciales que respondieran a las necesidades de relación e interactuación entre alumnos y docentes e instigase en los primeros la determinación de ser creativos e innovadores. Ese es también el punto fuerte de este nuevo edificio, cuya construcción comenzará el próximo año.
Gehry pasará a la Historia como el gran provocador de un tiempo bisagra donde el artificio formal y la búsqueda desmesurada de espectacularización e iconicidad llegaron a su paroxismo. En su caso, con genialidad y grandes dosis de arquitectura. Paulatinamente ha dejado de ser referente por el agotamiento y reiteración de un lenguaje que pasó de ser iconoclasta a previsible.
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