ABC convocó en 1929 el primer concurso de Miss España

Toledo acoge en esta semana el certamen de Miss España, que cumple su cincuenta aniversario. La efeméride, con ser verdadera, no es del todo cierta, pues los orígenes de este concurso se remontan al año 1929, cuando ABC convocó por primera vez a las jóvenes españolas a participar en un torneo público para elegir a la más bella del país. La ganadora recibiría el título de «Señorita España», correspondiendo el honor a la valenciana Pepita Samper Bono. En la medianoche del próximo sábado se conocerá, en la Plaza del Ayuntamiento, el nombre de su sucesora, teniendo los toledanos puesta la esperanza en nuestra Alba Díaz.
En la década de los años veinte del pasado siglo, una vez superadas las heridas de la Primera Guerra Mundial, la belleza desempeñó un nuevo valor social. En ello influyó el desarrollo de la cinematográfica norteamericana, exportando a todo el mundo un nuevo prototipo de mujer. Greta Garbo, Jame Harlow o Marlene Dietrich se convirtieron rápido en modelos a imitar. Eran jóvenes modernas, urbanas, independientes, guapas y emancipadas. Atrás quedaban las pobres huerfanitas que Charlot protegía de los malvados de turno o las desvalidas campesinas que se maravillaban por las hazañas de locos maquinistas como Búster Keaton. Las jóvenes europeas querían ser como esas rubias platino, capaces de ligarse al más guapo del reparto y, si se les ponía por montera, lo mandaban a paseo sin ningún reparo. La primera frase que los españoles oyeron decir a la Garbo en su primera cinta sonora fue bastante representativa del ideal que estaba emergiendo«Tráeme un whisky, cariño, –le dijo a su partenaire masculino- y no seas tacaño». En las páginas de las revistas ilustradas españolas esa nueva mujer encontrando pronto acomodo. Los anuncios de productos femeninos comenzaron a ser más sensuales y sugestivos. Aparecieron los primeros centros de belleza y el gran ilustrador Rafael de Penagos dio imagen mundana a la Eva moderna.
En el año 1929 Estados Unidos –donde ya se habían popularizado los concursos de misses- retó a Europa para celebrar un certamen intercontinental, con la pretensión de encontrar a la joven más bella del mundo. La apuesta fue recogida por los diarios franceses Le Journal y L’Intransigeant, pidiendo a una veintena de colegas que convocasen pruebas en sus países. El reto fue asumido por ABC. Al concurso se podrían presentar todas las mujeres españolas, solteras y con edades comprendidas entre los dieciséis y los veinticinco años. Las aspirantes desfilarían vestidas con traje de calle o de noche, «excluida toda toilette que no responda a la más absoluta honestidad que es la base de este concurso». La ganadora recibiría como premio una joya valorada en 6.000 pesetas, su rostro sería portada del periódico y viajaría a París, a gastos pagados, para la elección de Miss Europa.
A la convocatoria respondieron veinticinco aspirantes. El desfile se celebró en la tarde del 25 de enero en la Casa de ABC en la calle Serrano. El jurado estuvo compuesto por el escultor Mariano Benlliure, el pintor Manuel Benedito y el escritor Juan José Cadena. Su veredicto coronó como primera reina de la belleza española a Pepita Samper Bono, representante de Valencia. Tenía veintiún años, era alta, con ojos verdes y rubia. La decisión disgustó a algunas participantes, quienes, como si hubiera ocurrido hoy mismo, se lanzaron a criticar a la flamante «Señorita España» en los más diversos foros. Unas decían que tenía el pelo de tres colores, un diente de oro y que era cargada de espaldas; otra enojada afirmaba que a ella el jurado le había pedido que se levantara la falda por encima de las rodillas, contraviniendo las normas del concurso; y también hubo quien argumentó que la Samper no era el prototipo de mujer española, identificando el mismo con la racial imagen de Carmen y por tanto no podía representar a nuestra patria en el extranjero.
Pepita Samper fue a París a competir por el título de Miss Europa, pero no ganó. La derrotó una húngara llamada Erzesébt Simón, de quien nuestra representante dijo que aunque era bella, le parecía «muy libre, muy moderna, con el cigarrillo siempre en la boca y con un aire mundanísimo». Unas semanas después, el reto intercontinental se saldó a favor de viejo continente, obtenido el título de Miss Universo la austriaca Lisl Goldarbeiter.
En 1930, Pepita Samper cedió el trono de su belleza a su paisana Elena Plá, y ésta, en 1931, a Emelina Carreño Pareja, de Alcázar de San Juan, quien hasta el momento ha sido la única joven que representando a alguna de las provincias de lo que hoy es Castilla-La Mancha ha ganado este certamen de belleza. Durante su reinado, la manchega mantuvo un romance con el diestro Domingo Ortega.
Durante los años treinta, estos concursos vivieron un auténtico boom. Jamás fueron vistos como algo que cuestionase la dignidad femenina, sino como una exaltación de su figura. No hubo barrio, pueblo, ciudad, gremio, entidad profesional o colectivo que no eligiese a su miss. Fue tal la eclosión, que en algún periódico se dijo que no era fácil explicar como en un país de veintidós millones de habitantes era capaz de producir tan fabulosa cantidad de reinas de belleza, salvo que todas las jóvenes, por orden alfabético, fuesen turnándose las coronas.
En 1933, Madrid acogió por primera vez la celebración en España del concurso de Miss Europa, que fue ganado por la representante de la Rusia blanca Tatiana Marlow. Fue en el mes de mayo y unos días antes las participantes vinieron de excursión a Toledo. En 1935, la tinerfeña Alicia Navarro, fue la primera compatriota que consiguió ganar el certamen europeo de la belleza. También fue la primera que rentabilizó mediática y económicamente su premio: escribió para la revista Estampa sus memorias en varias entregas, se casó con un médico cubano y luego con un potentado griego, cambiando su nombre por el de Alicia Papadoulos, protagonizó diferentes campañas publicitarias y residió los últimos veinte años de su vida en Francia. Se calculó que con estas acciones ganó varios millones de pesetas.
La guerra civil interrumpió la celebración del concurso de Miss España y hubo que esperar hasta los años sesenta para que su recuperación. En su primera edición, de esta segunda etapa, la ganadora fue una joven barcelonesa llamada María del Carmen Rosario Soledad Cervera Fernández, a quien todos conocemos hoy como Tita Cervera. En estos cincuenta años, la baronesa ha demostrado ser una alumna aventajada de aquellas primeras chicas que con ilusión y esperanza fueron pioneras del concurso Miss España, a cuyas herederas acogemos ahora en Toledo. ¡Suerte a todas!
* Autor del libro Emelina, la belleza que alumbró a la Republica. Orígenes de los concursos de misses en España (1929-1932)
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