Lugares comunes y lecciones de feminismo
Los Sarkozy practican su habitual alpinismo de playa en Cap Nègre, Beyoncé cree ser feminista porque tiene amigas y George Clooney se agarra a la barra. Sin camisa, sin musculitos
Mitad de agosto y seguimos sin noticias/fotos de Aznar. Esto tiene el peligro de que la tableta de chocolate, si sigue existiendo, aparezca entre la escritura y la publicación de estas líneas. Digo si siguen existiendo, porque ya se sabe que lleva seis semanas ponerse en forma (bueno, más) pero sólo dos perderla, y cuando uno se da cuenta de eso puede dejar de molestarse por cualquier otra cosa y centrarse en lo importante. En el mismo sentido se manifestaba Oscar Wilde: «Tener buen aspecto y vestirse bien es algo esencial. Buscarle un propósito a la vida no lo es». Lo de Aznar tiene el mismo peligro que hablar de Zsa Zsa Gabor, una de mis guías espirituales («¿Que cuántos maridos he tenido? ¿Aparte de los míos?»). Su peligro no es que aparezca sino que desaparezca. Y más viendo la foto de la camilla. Ay, si parecía Ceaucescu muerto. Menos mal que había una de cuando el miércoles dejó el hospital (antes de volver a ingresar) en la que se la veía en silla de ruedas con las piernas cruzadas, como Jesús Neira cuando dio su primera entrevista a Gloria Lomana.
Mitad del mes de agosto y los Sarkozy ya han sido fotografiados haciendo alpinismo en Cap Nègre, que hay que ver la complicación que tiene bañarse en la casa de veraneo de los Bruni. Porque Inés Sastre, otro clásico del verano, se congelará cada vez que se baña en Sotogrande con su hijo, sí, pero incluso «on the rocks» el baño es fácil. No tiene que hacer equilibrios «on the literales rocks». Los dos baños son clásicos y, además, lugares comunes del verano. Pero es que a veces hay que dejar la avanzadilla snob y abrazar el lugar común (LC) porque si no los decimos y escribimos no nos entenderíamos, que diría el maestro Joan Fuster.
No sé si el feminismo es un LC, lo que sí tengo claro es que Beyoncé no tiene ni idea de qué es. Ni falta que le hace, claro. Si yo tuviera ese cuerpo (con menos culo, si se puede elegir) y me moviera como ella lo mismo me daría el feminismo que el meteorismo. La ex cantante de Destiny Child dice que cree ser feminista de algún modo porque creció en un grupo de chicas y eso la ayudó mucho. Que la mantuvo alejada de los problemas y las malas relaciones. Que su amistad con las chicas es parte de ella, que le encanta ser mujer y también ser amiga de otras mujeres. Y que se aprende un montón de nuestras amigas. «La amistad femenina es muy, muy importante. Es bueno apoyarse unas a otras y trato de que este mensaje esté presente en mi música». Y hasta aquí la lección de feminismo de Beyoncé. Amárrame los pavos. Pues a mí el feminismo de autor me da por George Clooney sin camisa en la película «The American» y agarrado a una barra como si estuviera haciendo dominadas (las fotos, en la revista «W»). Marta Barroso y Teresa de la Cierva dicen que estoy obsesionada con los gimnasios femeninos. Tampoco es eso (las obsesiones son incompatibles con mi inconstancia). Pero es verdad que prefiero no compartir espacio con señores desconocidos que sudan, huelen y tienen músculos. Por eso me gusta Clooney, un sin-sin (sin músculos, sin barriga). Como Cary Grant. Otro lugar común.
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