Gresca en el paraíso Red Bull

El belén se armó en la vuelta 39, cuando Vettel asumió una de las reglas no escritas de la F-1. El primer rival es el compañero de equipo. Circulaba en los tiempos de Webber y trató de rebasarle en buena ley. Pero el australiano, lógico, se resistió y el alemán viró su coche hacia la derecha cuando empezaba a ganar la posición. Webber no lo admitió y los dos Red Bull impactaron. 

La peor parte se la llevó Vettel, que tuvo que retirarse e hizo gestos muy expresivos de lo que es la F-1. Increpó con la mano a su compañero, indicó con el dedo sobre la sien que estaba loco. Y se marchó al garaje hecho una furia. Webber aguantó en pista aunque cediendo el liderato a los McLaren, que también se enfrascaron en una lucha casera. 

Unas vueltas más adelante, y propiciando un bonito espectáculo para los espectadores, Button adelantó a Hamilton. Y éste le devolvió la pasada en la siguiente curva. Lucha fraticida que acabó con el triunfo de Hamilton, que escala posiciones en el Mundial. 

Fernando Alonso nunca entró en estas batallas porque circuló muy lejos. Salió duodécimo y fue recuperando posiciones con paciencia y mano lenta. Pasó a Kobayashi y Sutil en la parada en el garaje y tuvo que esperar hasta la vuelta 53 (a cinco del final) para rebasar a Petrov. Un octavo puesto competente para minimizar los daños del sábado. 

Buen resultado también para De la Rosa, que acaba su segunda carrera de la temporada, esta vez en el puesto 11. Alguersuari casi consigue la vuelta rápida de la carrera antes de terminar 12. Se la arrebató en última instancia Vitaly Petrov con un Renault que parece bastante mejorado.