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Tomelloso: Una localidad agujereada por cuevas
Esta localidad era un lugar de referencia para la industria vinícola

Si pudiéramos ver de una manera global el subsuelo de Tomelloso , Ciudad Real, lo veríamos metafóricamente agujereado . Esta localidad, cuna de escritores y pintores, y punto de encuentro y de paso para viajantes, es un lugar de referencia en tiempos donde la palabra «industria vinícola» solo se la podía permitir localidades como ésta. Ante la necesidad del sector por una creciente demanda, miles de familias, se calcula que hasta 4.000, cavaron cuevas en sus casas para hacer y almacenar vino. Algunas incluso cavaron antes de tener su propio hogar.
Para disfrutar de cerca de esta parte de la historia tomellosera, es recomendable pasarse por la Cueva de Ceferino, una cueva privada que se abre al público cuando hay demanda y que viene en todas las guías recomendadas. El guía es el hijo de Ceferino, Arcadio, que revive junto a los visitantes parte de su historia familiar como si se viviera ahora mismo. La realización de cuevas era un trabajo de «pico y brazo», que podría durar entre un año y medio o dos. Un trabajo que hacían hombres y mujeres, ellos picaban la tierra y ellas, las llamadas «terreras», las recogían hasta la superficie. La tierra arcillosa de Tomelloso permitía este trabajo mejor que la tierra rocosa de otros lugares.
Las cuevas solían tener una altura en el subsuelo de 15 metros de altura, pues albergaban las tinajas de barro donde se almacenaba el vino. La tierra resultante de la excavación se guardaba para los cimientos de la casa, y se creaba una estructura tan segura que hoy día muchas de las casas de antaño se conservan en pie. Las casas que preservan su cueva no superan las 200. El resto, cuando la industria vinícola prohibió el almacenaje del vino en las casas por cuestiones de seguridad, las taparon otra vez de tierra.
Las cuevas tienen una salida al exterior por medio de las llamadas «lumbreras», que son una especie de ventana con rejilla que se puede observar en las aceras de las casas, muy característico en Tomelloso. Esta salida a la superficie era obligatoria por cuestiones de seguridad, ya que por ahí salían los gases resultantes del almacenaje del vino, al mismo tiempo que actuaba como un respiratorio que oxigenaba el brebaje del Dios Vacuo . También era la puerta de paso para transportar el vino a granel a los camiones, por las lumbreras por donde salía el tubo de la tinaja al propio camión.
Por algunas de ellas, las más grades, también aprovechaban a bajar las tinajas que después almacenarían el vino en la cueva. Las tinajas de barro tenían un trabajo muy duro de mantenimiento. Los días antes de la vendimia, y sobre todo las mujeres, limpiaban bien toda la pared de la tinaja para almacenar el vino con las mayores medidas de higiene. Al terminar el almacenaje, se volvía a limpiar, y se aprovechaba la costra resultante de la pared de la tinaja para vender a la industria farmacéutica. Esa costra resultante contenía ácido tartárico, que se utilizaba como ingredientes en algunos medicamentos.
En la Cueva-Museo de Ceferino se puede encontrar muchos de los objetos que utilizaba su familia para las labores de almacenaje , que podía durar un mes, en plena vendimia, en un trabajo que se hacía de día y de noche. Decantadores, vasos medidores, probetas, lámparas de aceite e incluso azufre cuentan con su presencia un trozo de su propia historia familiar, que al mismo tiempo también pertenece a todos los tomelloseros.
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