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Editorial ABC

Puigdemont no merece árnica

De nada serviría convocar comicios y tener un nuevo Gobierno catalán que dejase en suspenso el chantaje al Estado para reactivarlo cuando le venga en gana

Carles Puigdemont, al inicio de la reunión extraordinaria del consell nacional del PDeCAT EFE

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La supuesta convocatoria de elecciones autonómicas en Cataluña era ayer una incógnita que había cobrado fuerza en las últimas horas. Podría ser el primer paso de una salida en busca de una solución. Sin embargo, no conviene incurrir en la ingenuidad de pensar que sería ... una solución definitiva. Cataluña podría retomar la senda de la legalidad, pero aún quedaría la parte más compleja y necesaria: un nuevo Gobierno que empezase a desmontar el andamiaje de la amenaza separatista en el futuro. De nada serviría convocar comicios y tener un nuevo Gobierno catalán que dejase en suspenso el chantaje al Estado para volver a plantearlo pasados unos meses. Sería tanto como diferir un problema en lugar de poner las bases para una solución extrema pero creíble. Sin una rectificación tajante, el artículo 155 y el Código Penal son las únicas alternativas fiables contra los delincuentes que han puesto al Estado en jaque. Puigdemont no merece árnica.

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