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Isabel San Sebastián

Legado de un autócrata

El peor crimen de Fidel Castro fue cerrar a sus propios compatriotas cualquier posibilidad de progreso

Isabel San Sebastián

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Recuerdo una de las primeras noticias que firmé yo en las páginas de Nacional de este periódico, a comienzos de los noventa del siglo pasado. Se refería al cadáver de un chico hallado en el tren de aterrizaje de un avión de Iberia (o Cubana ... de Aviación, ese detalle se me ha borrado,) procedente de La Habana. Un hecho espeluznante, difícilmente comprensible para la joven redactora que era yo entonces, tristemente repetido en años posteriores. El porqué de esa muerte atroz por congelación, prácticamente un suicidio, lo entendí mucho tiempo después, cuando puse pie en Cuba y la recorrí de este a oeste en sucesivos viajes destinados a conocer la realidad de sus gentes. La Cuba de Fidel Castro. Ese «paraíso» del trabajador presentado por la izquierda europea de «chaise longue» como paradigma del éxito revolucionario. Una gigantesca prisión para millones de ciudadanos condenados a «inventar» cada día una nueva argucia, delictiva según la legislación vigente, a fin de sobrevivir a la miseria imperante. La Cuba del Gran Hermano barbudo y su opresión omnipresente.

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