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Manuel Marín

El triciclo de Indurain

Reunión entre Rajoy y Sánchez en el Congreso en agosto del año pasado Ignacio Gil
Manuel Marín

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Hay datos objetivos y preocupantes demostrativos de que las prisas se han apoderado de Carles Puigdemont, ERC y la CUP en su ofensiva independentista . Habrá convocatoria ilegal de referéndum y habrá frenazo del Gobierno por la vía de la fuerza. Lo único que se desconoce por el momento es cómo evitará el Estado una declaración unilateral de independencia cuando esa consulta se haya impedido de forma coercitiva, y cuáles serán sus consecuencias políticas y jurídicas. Tiempo al tiempo. En cualquier caso, Cataluña avanza hacia unas elecciones inevitables bajo una atmósfera de ciclo concluido y victimismo cansino. El Gobierno habla de golpe de Estado. La Generalitat, de libertad ilícitamente entendida. Y en medio, miedo real en Cataluña.

Al fin hablaron ayer Mariano Rajoy y Pedro Sánchez . Obtener un compromiso cómplice de este nuevo PSOE para el que la nación es solo un sentimiento, y no la estructura jurídica, económica, social, cultural y emocional de un Estado, es tranquilizador. Sánchez apoyará cualquier medida que adopte el Gobierno frente al desafío separatista, y contribuirá a despejar dudas sobre su proyecto . Es la primera vez que Sánchez es determinante después de que él mismo se encargase demasiadas veces de suscitar confusión y dudas sobre el alcance de pactos futuros con el independentismo como llave para acceder a la presidencia del Gobierno. El PSOE convalecerá aún mucho tiempo y no es momento de causar un cisma irreparable poniéndose de perfil ante la Constitución y la amenaza soberanista, o de imponer a medio PSOE crítico una ilógica sumisión a la amenaza nacionalista.

Sánchez es hoy más observador de lo que sus críticos piensan. Intuye que a Pablo Iglesias los excesos no terminan de serle rentables. El «errejonismo» no es independentista, y mientras Iglesias recibió muy ceremonioso a Puigdemont en la sede de la alcaldía madrileña, Ada Colau le dio ayer plantón en Barcelona. Colau no combatirá la secesión, pero de momento tampoco ha perdido el juicio. También Compromís se revuelve ya contra el histrionismo de Iglesias a la hora de marginar a todo su entorno en la toma de decisiones. Es lógico que Sánchez genere desconfianza. Dada su trayectoria, no resulta fiable porque ocultó sus planes demasiadas veces hasta que fue defenestrado. Pero al menos parece consciente de que ahogar al PSOE en la aventura separatista bajo la peregrina excusa de que defiende un Estado federal sería abocar a España a un conflicto virulento e imprevisible. Sánchez y Rajoy no se comprarían mutuamente ni un triciclo revisado por Miguel Indurain. Pero hay una agresión en ciernes al Estado que no pueden sofocar por separado.

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