Suscribete a
ABC Premium

Análisis

La fractura crece

La indolente teoría de que el tiempo irá disolviendo los sentimientos de ruptura hasta hacerlos desaparecer en aras del pragmatismo político solo está acrecentando la brecha social

Manifestación independentista en Barcelona el pasado marzo EFE
Manuel Marín

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La progresiva descomposición del proceso independentista de Cataluña se ha convertido con los meses en una inmensa paradoja. A menor probabilidad de que exista una república de Cataluña separada de España, mayor probabilidad surge de amplificar la convulsión social. Según se agotaban las posibilidades de ... que Carles Puigdemont pudiese gobernar, más se ha ahondado en la ya profunda fractura social entre catalanes. Institucionalmente, la aplicación del artículo 155 de la Constitución no ha normalizado aún nada en Cataluña. Ni siquiera hay la más mínima certeza de que podrá conformarse en breve un Gobierno sin horizonte penal dudoso, o de que tendrán que celebrarse nuevas elecciones. El drama de Cataluña es alimentar su agonía dando tumbos políticos sin dirección culpando a España de la vacuidad de sus propios líderes. Por eso, a la vez que hay separatistas frustrados que ya han asumido con resignación todo el proceso como una estrafalaria chapuza solo maquillada por la falsa euforia de unos meses en trance, otros han optado por la convulsión como remedio.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia