La radicalización del PSOE deja al PP todo el centro político

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, fue tajante al pronunciarse ayer contra los extremismos y advertir que «el radicalismo no es bueno para España. España no necesita de radicalismos, sino –dijo– de moderación, muchos esfuerzo y mucho trabajo». El portavoz parlamentario, Alfonso Alonso, fue pesimista al lamentar en el Congreso que el alejamiento del principal partido de la oposición de esa «moderación» pone las cosas más difíciles después de «dos años luchando contra el desastre que dejó el PSOE tras pasar por el Gobierno y sin poder ponernos de acuerdo con ellos».

Cospedal, –que compareció en Madrid tras la cumbre interparlamentaria del PP celebrada este fin de semana –, recordó que la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, ya avanzó que su partido iba a salir «más rojo» de su conferencia política.

Soraya Rodríguez, la portavoz socialista en el Congreso, se ratificaba en la misma dirección al subrayar ayer que han definido un «proyecto programático de profunda radicalidad y de cambio». Ese renovado ideario fue aprobado e ntre abucheos a la Corona y aplausos a la república y recoge, entre otros, el compromiso de denunciar los acuerdos con la Santa Sede, derogar cualquier modificación que se aplique a la Ley del Aborto o subir impuestos al lujo, concepto en el que el PSOE incluye la sanidad y la educación privadas.

La recuperación a la desesperada de los votos y las simpatías que se han fugado a IU está nítidamente en el germen de este último viraje protagonizado por el partido de Rubalcaba, donde el lunes se esforzaban por imponer un mensaje de euforia entre las muchas críticas que suscitó el resultado de su conferencia. La más demoledora procedió también de Cospedal, que desde el altavoz de Génova se preguntó qué proyecto ha diseñado el PSOE, porque no se ha enterado nadie.

«Yo no he conocido cuál es el proyecto político después de esa conferencia y creo que tampoco lo ha conocido ningún español», sentenció. Al mismo tiempo ironizó sobre el hecho de que sigue sin saberse cuál es el discurso clásico o nuevo de los socialistas sobre España, «si lo de antes, o el Estado federal, el asimétrico, o depende de quién lo diga o si hay que cambiar la Constitución según lo que pase un día u otro». Frente a ello —recordó— los populares continúan esperando a que los socialistas dejen tan claro como el PP« que hay cuestiones que no se van a poner en duda, como que la soberanía nacional reside en el conjunto de los españoles». «Sería muy importante para España que el PSOE diera el mismo mensaje y pensara exactamente igual», zanjó.

Pero si hay una proclama de la conferencia socialista que no escapó a los comentarios del día después fue la de «el PSOE ha vuelto», que pronunció Rubalcaba. «Sería bueno que sepan dónde van para que no tengan que estar encontrándose todos los días» , reflexionó la secretaria general del PP, que se preguntó entonces si el socialismo «no sabía dónde estaba» antes del cónclave que han estado preparando durante todo el año.

Desde UPyD, la diputada Irene Lozano optó por restar potencia al eslogan final de la conferencia al estimar que «el PSOE ha vuelto para seguir siendo lo mismo de antes», idea que comparte Izquierda Unida, que insistió en que, más allá de eslóganes efectistas, serán los ciudadanos quienes juzguen la «credibilidad» de las idas y venidas ideológicas del socialismo . Desde una posición de «indiferencia», que la formación de Cayo Lara ha adoptado para no dar recorrido al cónclave del PSOE, desempolvaron el recuerdo del último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero —en el que se congelaron pensiones y sueldos de funcionarios— para decir a los socialistas que lo que cuenta es «lo que se hace cuando se está en el gobierno y no lo que se dice cuando en la oposición».

Fría acogida

La frialdad con que ha sido acogida la gran apuesta ideológica del PSOE para intentar recobrar la confianza ciudadana cogió el lunes al partido sin su secretario general. Rubalcaba recayó de una fuerte gripe que contuvo como pudo durante la conferencia. En su lugar, el partido dejó la jornada de resaca en manos de Soraya Rodríguez y del secretario de Organización, Óscar López, que reprodujo sin fisuras el guión según el cual la convención ha sido un éxito que ha reforzado al actual jefe de los socialistas. «Está liderando todo este proceso de transición, de renovación, de modernización», enfatizó López, quizás en un desliz al pronunciar la palabra «transición», ya el PSOE se encamina a fijar fecha de primarias abiertas en su próximo comité federal, lo que será el principio del relevo de Rubalcaba.

Con ese horizonte, los posibles aspirantes a presentarse al proceso se mostraron ayer serenos. Sólo el exlendakari Patxi López, el único que se cree con seguridad que dará el paso, especuló con las primarias al decir que «habrá muchas caras nuevas, no una», pero rehusó hacer mayores análisis argumentando que aún no toca. Tomás Gómez, el secretario de los socialistas madrileños y defensor de adelantar la sucesión a febrero, recobró una docilidad que no tenía antes de la conferencia política para reproducir la consigna de que la reunión ha cubierto todas las expectativas del PSOE y negarse a hablar del liderazgo: «Hoy estamos a lo que estamos, lo demás ya lo veremos con el tiempo», dijo.

La voz más importante de Ferraz que se alzó ayer fue la de Elena Valenciano y a través de la red social Facebook. Lo hizo para responder a María Dolores de Cospedal que «radical» es la defensa que en España necesitan «las políticas sociales que el Gobierno del Partido Popular está desmantelando» . El post aparece rematado con «+Rojo, +Morado (color del feminismo), +Verde».