El Real Madrid, campeón por encima de Tomic

El acierto con el que ambos equipos habían llegado a la final desde el perímetro se secó de repente. Como si la inspiración de los últimos tres días hubiera desaparecido con el salto inicial. El arma preferida de ambos equipos, la que les había llevado a luchar por el título se esfumó, lo que obligó a buscar caminos alternativos hacia la canasta. El Madrid los encontró en el juego interior, con un Rudy magistral en la dirección, cuyos pases -incluida una asistencia entre las piernas- tenían siempre una mano amiga en Ayón o Felipe Reyes. Más atascado, el Barça solo tenía el recurso de Satoransky, omnipresente en el inicio de partido. Crucial para evitar un distanciamiento blanco en el marcador y el primero que acertó con el aro desde el triple, en el sexto intento del partido (11-15).

Miró Pascual al banquillo y llamó a Navarro y Álex Abrines. Presente y futuro del club azulgrana. En una especie de relevo improvisado en la cancha, el balear se erigió en líder y catapultó a su equipo con dos triples consecutivos que permitieron al Barça irse con ventaja al final del primer cuarto.

La intensidad del duelo se elevó antes del descanso. El aumento de voltaje coincidió con la entrada en escena de Andrés Nocioni, el sustituto de Mirotic, fichado precisamente para conferir carácter al equipo en los momentos clave de la temporada. El argentino es una bomba. Todo corazón. Un jugador capaz de dinamitar un encuentro a pesar de su veteranía, algo que consiguió por momentos ante el Barcelona. Tres tapones espectaculares del “Chapu” propiciaron un parcial de 9-2 (23-27, min. 13).

Las faltas le llevaron al banquillo y fue la señal que necesitaba Tomic para adueñarse de la pintura. El croata anotó trece puntos en el segundo cuarto, evidenciando los problemas en la defensa interior que suele sufrir el Real Madrid cuando él o Ayón están fuera de la pista. Un roto en toda regla que puso al Barça siete arriba (42-35) poco antes del descanso.

Fue Rudy Fernández el que sofocó el incendio con dos canastas consecutivas, la última tras robo a unos segundos para el final del cuarto. Para entonces, el choque se había convertido ya en un duelo entre Tomic y el alero madridista. Un mano a mano que quedó reflejado en el inicio del tercer período, en el que uno y otro acapararon todo el protagonismo. A cada canasta del pívot, respondía el madridista con una acción de mérito en la otra parte de la pista, aunque fue un triple de Nocioni, de nuevo en pista, el que equilibró definitivamente el marcador (53-53, min. 27). Con Sergio Rodríguez en la cancha, el Madrid vivió sus mejores momentos y amasó una renta de siete puntos antes del último cuarto con la que empezó a soñar con el título (57-64).

De hecho, si no hubiera sido por la fe de Tomic y la magia de Navarro -que apareció de la nada para anotar un triple imposible- no habría sufrido tanto en los últimos minutos, a los que se llegó con el marcador igualado (71-71). Ahí, se le agotó la gasolina a Tomic y el Barça se quedó sin recursos. Dos tiros libres de Reyes y una canasta espectacular de Sergio Rodríguez sentenciaron el partido y permitieron al Madrid repetir título, algo que no conseguía desde hacía 29 años.