Magia blanca en el Palacio

Tapón de Mejri, que sale al contragolpe botando la pelota como una base. La suelta por la espalda para Alberto Martín, canterano que ha entrado minutos antes y que encuentra en las manos de Sergio Rodríguez el mejor refugio para mandar la pelota. El canario, ya en el aire, se la devuelve a Mejri que termina el alley oop para poner el 108-72 en el marcador. Estallido brutal en el Palacio. Marca de la casa para cerrar un partido que tenía que ser uno más de Euroliga, pero que se convirtió en una fiesta por culpa de la inspiración del rodillo blanco. [ Vea aquí el vídeo de la última canasta del partido ]

Era la tercera vez que el Zalgiris se veía las caras con el Real Madrid esta temporada y quizá por eso sabía ya que la experiencia iba a ser complicada. Las dos derrotas abultadas de la primera fase auguraban nubarrones negros para los lituanos, que optaron por salir a jugar sin complejos al Palacio. De tú a tú. Y eso, ante este Real Madrid es sinónimo de suicidio.

El intercambio de golpes dejó muy pronto malparado al equipo de Stombergas (34-21, min. 10), que a los diez minutos se había quedado ya sin opciones de victoria. El acierto madridista —superior al 80 por ciento en tiros de dos en ese primer cuarto— sacó los colores a la defensa lituana, frente a la que Bourousis y Mejri se sintieron muy cómodos. Las dos torres blancas, quizá los más cuestionados de un equipo en el que todos brillan a gran altura, se reivindicaron en un encuentro sencillo y sin exigencia que, a buen seguro, elevará su moral para el futuro.

El choque, descosido desde ese momento, sirvió de banco de pruebas para Laso, que utilizó a Mirotic de alero durante muchos minutos de cara a posibles problemas de futuro. No es que quiera variar los esquemas, pero las lesiones de los últimos días (Draper y Carroll) obligan a pensar en posibles visicitudes. No le fue mal, porque los 32 puntos que anotó el equipo en el tercer cuarto le acercaron al récord. Otro más. El de los 123 puntos anotados por un equipo en la Euroliga, que se le terminó esfumando en el último período, en el que, a falta de puntos, terminó con una jugada de ensueño que marca el camino.