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Singularidades españolas

POR JULIO ALMEIDA

CUANDO el historiador, de dentro o de fuera, rechaza la excepcionalidad de la nación española y niega de plano los caracteres nacionales; o cuando, en estos tiempos duros, justifica nuestra corrupción comparándola con los abusos de otros países europeos, suele compensarnos (a quienes creemos, con ... Madariaga, que haberlos haylos) señalando alguna singularidad que no se ve en otros lugares. Y así, no hace mucho, Serafín Fanjul, luego de repasar historias lamentables de Francia, de Alemania e Inglaterra, denuncia al final de su Tercera de ABC una singularidad nuestra, a su juicio sin parangón posible: «La inhibición, cuando no la connivencia, de los gobiernos centrales desde 1978 ante la erradicación en Cataluña del castellano como lengua de enseñanza y administración». El ministro Wert tendrá un lugar de honor en la historia de España si rectifica esa inhibición imperdonable.

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