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Los efectos de la Luna: verdades y mentiras

El ser humano ha buscado en el satélite la respuesta a muchas de sus preguntas, dando lugar a falsos mitos y a certezas comprobadas

Los efectos de la Luna: verdades y mentiras abc

daniel toledo

Está presente simbólicamente en todas las culturas la creencia de que la Luna afecta a nuestro comportamiento , altera nuestros estados de ánimo… la sensación de que estamos completamente a su merced es un sentimiento que viene de atrás y está fuertemente arraigado en el imaginario colectivo. «Eres un lunático», una frase poco amistosa con la que, según la RAE, nos referimos a alguien «que padece locura, no continua, sino por intervalos», intervalos que nos recuerdan a las fases lunares.

La palabra «luna» viene del latín y su raíz, «leuk», es de origen indoeuropeo y está presente por ejemplo en el griego: «leukós» (blanco brillante). Siempre ha sido un foco en la noche, en ocasiones el único, y prácticamente todas las culturas que en la actualidad el hombre es capaz de recordar han decidido otorgarle la categoría de deidad con la consiguiente responsabilidad sobre el ser humano, los animales y la indomable naturaleza del planeta Tierra.

La Luna, cuyos ciclos duran 28 días al igual que el periodo menstrual de las mujeres, ha estado siempre vinculada con el sexo femenino y multitud de culturas la adoraban durante los cultos a la fertilidad en la antigüedad. Se cree que esos 28 días de transformación han sido claves para dicha vinculación y, además, se le asigna un componente oscuro o antagonista al sol.

Influencia en el parto

Ix Chel, la «Dama Arcoíris», fue la diosa de la Luna en la mitología maya. Era adorada como protectora de tejedores y, como no, de mujeres en parto. Y es que a la Luna, incluso hoy día, se le atribuye el don de la fertilidad . Esta creencia ha sobrevivido al tiempo y a las diferencias culturales y en la actualidad se sigue pensando de manera dogmática en sus efectos sobre las embarazadas.

Sin embargo, nos encontramos aquí con el primero de los mitos, pues en multitud de ocasiones numerosos médicos y científicos han

A la Luna se le atribuye hoy día el don de la fertilidad

estudiado estos supuestos arraigados en el pensamiento colectivo no encontrando coincidencias. Por ejemplo, algunos científicos de la Universidad de Castilla-La Mancha en nuestro país, elaboraron un estudio sobre la relación entre el número de niños nacidos y los ciclos lunares que no daba pie a las creencias sobre los influjos de la Luna en los partos.

Francisco García Alcaraz, profesor de Enfermería de dicha universidad y uno de los autores de la investigación, dijo que tras analizar todo los partos en el hospital de Albacete, no se había encontrado ninguna relación entre estos y las fases lunares. No obstante, y debido a la gran cantidad de culturas que le atribuían a la Luna estos poderes supra terrenales, lo difícil en la actualidad sería creer que la luna es un mero satélite que no influye para nada en lo más profundo de nuestro ser humano.

La marea

Las mareas son un efecto de la fuerza de atracción que ejerce la luna sobre la Tierra. Debido al movimiento de traslación de la Tierra se genera una fuerza centrífuga, que ocasiona que las cosas tiendan a irse hacia fuera. Además, como la Luna gira alrededor de la Tierra, esta ejerce una atracción sobre el océano y al combinar estas fuerzas (centrífuga y de atracción) el nivel del agua sube y se producen las mareas.

Que la Luna es capaz de influir sobre las mareas es un hecho científicamente comprobado.

El clima

La Luna es muy importante debido a que ayuda a mantener el eje de la tierra en su posición, si esta desapareciera la Tierra no

Sin la Luna, la vida en la Tierra sería prácticamente imposible

tendría un eje fijo sobre el cual moverse y por lo tanto los polos podrían quedar mirando directamente al Sol o todo lo contrario, permaneciendo eternamente en la sombra. Esto daría pie a lugares muy calientes y otros muy fríos provocando que la noche y el día fueran eternos en algunos puntos de la Tierra y la vida fuese casi imposible.

Más allá de esto, el folklore popular ha posicionado a la Luna como un instrumento milimétrico de precisión meteorológica. «Va a llover porque la Luna está cogiendo agua», decían nuestros abuelos. Sin embargo estas predicciones no son contrastables. La gravitación de la Luna (que produce la «marea atmosférica») si que lo es, aun así, el efecto es muy pequeño.

En definitiva podríamos decir que la Luna no tiene ningún efecto sobre el tiempo y el que tiene sobre la presión atmosférica es mínimo.

Creencias populares

Opuesta al sol y algo siniestra, muchas culturas han relacionado la luna con aquelarres y bestias antropomorfas. Con respecto a esto último, se piensa que en función de la fase que esté la luna nos crecerá más rápido el pelo, al igual que en otras fases se nos caerá más. De ahí (en parte) el mito del hombre lobo y su transformación capilar. Se dice de la Luna llena que provoca euforia y alegría, de la Luna menguante que es un tiempo de depuración y limpieza, de la Luna nueva que es momento de inestabilidad e incertidumbre y de la Luna creciente que da lugar al crecimiento y ascenso.

La Luna ha condicionado durante generaciones los quehaceres del ser humano. Desde podar una planta hasta quedar embarazada, las creencias de nuestros antepasados han conseguido sobrevivir a los años para ahora convivir con la ciencia.

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