Gina Rinehart, la «niña de papá» más rica del mundo

Esta empresaria australiana ha hecho un llamamiento a los que se quejan de tener pocos ingresos y les ha dado la «solución»: «Si tienen envidia de aquellos que tienen más dinero, no se sienten a lamentarse, hagan algo para ganar más dinero por sí mismos, pasen menos tiempo bebiendo, fumando y pasándolo bien, y más trabajando duro», apostilló.

Pero la gran paradoja es que esta mujer, de 58 años, nació rica, ya que gran parte de la fortuna que tiene esta magnate ha sido heredada de su padre, Hancock Lang , famoso por descubrir, en 1952, el depósito más grande del mundo de mineral de hierro. Gracias a este hallazgo fue propietario de Hancock Prospecting y se convirtió en uno de los hombres más ricos de Australia. A partir de la muerte de su padre, en 1992, Rinehart comenzó a salir en la lista de la revista «Business Review Weekly», y desde 2006 se convirtió en multimillonaria.

Gina Rinehart sostiene en la actualidad varios pleitos con su madrastra por el control del imperio que forjó su padre, quien se casó por tercera vez con la filipina Rose Porteous, 39 años más joven que él. Hasta tres de los cuatro hijos de la magnate se quejan de que su madre acapara toda la fortuna. De hecho, quieren que deje de administrar un fideicomiso creado por el patriarca, que representa casi el 25 por ciento de Hancock Prospecting y que tiene un valor de 6.829 millones de dólares (5.395 millones de euros). Pero Rinehart considera que sus hijos no tienen capacidad suficiente para hacerse cargo de su imperio.

Su riqueza ha ido aumentando considerablemente desde 2010 debido al auge de la minería en Australia. Además ha comprado acciones en Fairfax Media, un grupo mediático del que es la principal accionista.

La mujer más rica del mundo, que nunca concede entrevistas a la prensa, quiso expresar su opinión en un artículo publicado en la revista «Australian Resources and Investments» . Para Rinehart, las políticas «socialistas» no contribuyen a generar empleos y espantan a los inversores hacia otros destinos. «Si quieren ayudar a los pobres y a las siguientes generaciones, den la bienvenida a las inversiones. Como prueba, miren la alternativa. Se llama Grecia».

Rinehart es muy beligerante contra los impuestos y es una gran activista escéptica por el cambio climático; incluso costea los viajes a Australia a Christopher Monckton, uno de los principales negacionistas. Además ha fundado un lobby, el ANDEV (Australianos para el Desarrollo del Norte y Visión Económica).

La dueña de Hancock Prospecting considera que para seguir creciendo hay que necesitar más negocios. Y tiene el «remedio» para acabar con la lucha de clases, generar empleo y atraer inversores: «¿Por qué no preguntarse si bajar los salarios mínimos y los impuestos haría que los empresarios contratasen a más gente?».

«Los millonarios y multimillonarios que deciden invertir en Australia son en realidad los que más ayudan a los pobres y a nuestros jóvenes», añadió la australiana, quien considera que «no hay un monopolio para convertirse en millonario».

Para Rinehart si no se aplica «el sentido común», Australia acabará «con los mismos problemas de Grecia, España y otros países europeos que siguieron el camino socialista de los altos impuestos y la regulación excesiva, y que cuyas calles están ahora llenas de ciudadanos enfadados y preocupados».

Gina Rinehart, aunque dice que no es excesivamente filantrópica como otros ricos, visita orfanatos de niñas en Camboya.