Cuando la pasión es enseñar
La educación se enfrenta a un momento en que se pone en duda que con los medios que hay se desarrolle con calidad. Antonio Galán desafía la premisa con imaginación
Hace días que el curso escolar ha terminado y muchos profesores se hacen la misma pregunta: «¿Habrán aprendido algo los chavales?». Quien haya estudiado sabe que en la mayoría de ocasiones el objetivo final es ver una elevada nota que nos permita seguir una línea curricular acorde con nuestros objetivos profesionales. Y pocas veces retenemos todo lo que nos enseñan o estamos obligados a saber para desempeñar nuestras funciones en la puesta en marcha de nuestro perfil profesional.
Antonio Galán, un profesor de Campo de Criptana, antes de ser cura fue monje. Y cansado de no tener contestaciones satisfactorias a esa pregunta, comenzó a buscar una respuesta que satisfaciera su vocación por la enseñanza. Profesor de francés en el Instituo de Campo de Criptana, era un desencantado con el sistema tradicional en lenguas extranjeras, lo que le llevó a buscar otros métodos para que sus alumnos invirtieran más dedicación a una lengua secundaria. «Cuando llegué en 2006 al instituto, noté que había rechazo con la asignatura», recuerda.
Al ser profesor de una materia optativa, Antonio Galán se enfrentó al reto de «ganarse al público» para seguir desempeñando su trabajo. Así que se propuso «levantar la asignatura» ayudándose de elementos externos y dejando los libros reglamentarios a un lado.
El primer año fue un periódico escolar, después vino la realización de un lipdub o la utilización de una red social para practicar el idioma. Pero este año ha sido la «reválida» para una asignatura que en 2006 los alumnos de 4º de ESO no se peleaban por entrar y, sin embargo, este año figura entre las primeras opciones. La grabación de un cortometraje en francés sobre un relato de Woody Allen, «El Jefe», realizado por los alumnos de Antonio Galán, ha supuesto el aliciente que él buscaba para que la respuesta a esa pregunta fuera: «Hemos trabajado y aprendido más que otros años sin aburrirnos en las clases». Lo confiesa Blanca Cruz, una de las estudiantes que participó en esta experiencia, que todo ellos desarían volver a repetir.
La historia, que forma parte del libro «Cómo acabar con la cultura», es el relato de la búsqueda de Dios con unos personajes que se plantean el camino desde una perspectiva filosófica traída al siglo XX. Galán adaptó el relato al francés y pidió la ayuda de una pequeña productora de Criptana para poder realizar el corto.
Después de la experiencia del lipdup, Galán creyó que se podía dar un paso más a través de este reto, porque supondría un esfuerzo mayor por pronunciar con pulcritud un idioma tan diferente al español, donde la interpretación de los papeles dependía en gran parte de ello. «En clase lo íbamos leyendo todos los días, y hasta que no lo hacíamos perfecto, Antonio no continuaba, pero así fue como conseguimos nuestro papel», relata Jesús Lacerón, otro de los actores-alumnos que ha terminado el curso con una motivación añadida, porque «este método hace que quieras apender más», manifiesta.
Algunos, no solo aprendieron más, sino que les cambió el modo de ver la asignatura. Carmen Muñoz revela que «el francés nunca ha sido mi fuerte, de hecho me cogí la asignatura por no cogerme otra más aburrida, y gracias a Antonio, esto ha cambiado». Otra respuesta válida para la pregunta que este profesor innovador se ha hecho más de una vez.
Galán no solo se ha ganado la admiración y el respeto de sus alumnos, reflejado en la calidad de una cinta que muchos profesionales dudarían de su origen «amateur». La historia de «El Jefe» también ha sido un revulsivo para la comunidad educadora del centro, que ha aplaudido la iniciativa del profesor de francés, y para quienes Antonio Galán desearía que «se subiesen al carro» de los nuevos métodos de enseñanza que, por otra parte, empiezan a sugerir desde Boloña, donde lo importante no es el examen, sino las herramientas y prácticas que permitan fijar el conocimiento en cada uno de ellos.
Interesante iniciativa la de este profesor de Campo de Criptana, que hace reflexionar sobre los métodos actuales y los resultados que sitúan a España en la cola, con uno de los índices de fracasos escolares más altos de Europa. Quizá si el objetivo que se marca a los alumnos es aprender, y no convertirles en personas que tienen que ofrecer medias numéricas aceptables -que muchas veces no califican la madurez necesaria para poder enfenretarse a la vida-, estaríamos a la cabeza de esa aventura vital que significa la escuela.
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