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el jardín de las delicias

La cultura culinaria

La cultura culinaria ARCHIVO S.B.

Por SAGRARIO BENAYAS

El ser humano, desde su nacimiento, busca de manera instintiva mediante la succión del seno de la madre el alimento: calma su apetito y pacifica la ansiedad que siente en el alumbramiento; y su llamada de atención se traduce en llanto y ... desasosiego. La alimentación constituye el primer acto de socialización. En la trayectoria biográfica de una persona, ya plenamente responsable en su madurez personal, asegurar el alimento formará parte de la problemática cotidiana. Esta cuestión se tornará dramática en los acontecimientos históricos extremos y acuciantes del devenir de las sociedades en general y del hombre en particular (guerras, hambrunas, enfermedades físicas y psíquicas, desempleo, migraciones, marginación, etc.). Sin embargo, la nutrición no se simplifica en un mero hecho fisiológico –una acción en la que coincide con los animales–, a través del cual el humano anula el hambre y evita el desfallecimiento, mientras asegura finalmente su pervivencia; configura, además, un hecho cultural de gran magnitud y relevancia. Nuestra cultura europea occidental siente repugnancia por el empleo de perros y gatos para la alimentación. En determinadas culturas de Extremo Oriente, sucede lo contrario. Igualmente rechaza el empleo de gusanos e insectos; hormigas, como en algunas tribus africanas, o bien, los chapulines (saltamontes) tostados que las indias venden en cestos de fibras vegetales en el zócalo de la ciudad de Oaxaca (México), como tuve el gusto de constatar en septiembre de 1987, y nos repugna que los carísimos gusanos de maguey se utilicen en los restaurantes de lujo del país azteca. Son las fobias alimentarias que existen en todas las culturas. Por eso, interesantes preguntas son cómo y quién o quiénes han transmitido la cultura gastronómica en nuestra sociedad; quién o quiénes hacen que el niño y la niña vayan adaptándose al sistema cultural culinario en el que crecen. También es necesario analizar qué papel en la transmisión de la cultura de la alimentación juega la educación formal y la transmisión generacional, es decir, la enseñanza no reglada. Ya en la adolescencia, se ha formado, culturalmente hablando, el paladar.

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