La presión internacional frena la expropiación de YPF

«Todo sigue igual, estamos como estábamos», lamenta una fuente de Repsol. Al día siguiente de que la cuerda entre Argentina y España se tensara hasta límites sin precedentes , la compañía que preside Antonio Brufau continúa sin conocer oficialmente el futuro inmediato que Cristina Kirchner les prepara.

«La estatalización de YPF no está muerta. Se postergó la discusión hasta que Cristina vuelva de Cartagena ». La sentencia es de la Casa Rosada y la publicó ayer «La Nación». La presidenta de Argentina asiste a la Cumbre de las Américas que se celebra estos días en la mencionada ciudad colombiana.

Por su parte, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino, ha insistido que el Gobierno trabaja para «revertir el alza» en la importación de combustibles para «lograr el autoabastecimiento de petróleo». Aseguró que van a analizar «cada una de las concesiones» con las provincias productoras, que exigen «el cumplimiento de los contratos acordados» y cuando «eso no ocurre —indicó— se revierten como ocurrió hasta ahora», aunque no eludió explícitamente el conflicto con YPF.

En cuanto a los gobernadores de las diez provincias petroleras que han retirado las concesiones de una quincena de áreas a YPF, estos no lograron alcanzar un consenso con la presidenta. Mientras no se modifique la ley, las provincias son las que recaudan en materia de hidrocarburos y temen perder esas atribuciones si ceden a la expropiación en los términos que el Ejecutivo plantea. Paralelamente, dependen de los fondos del Gobierno central, que, dicho sea de paso, los reciben de acuerdo con el humor presidencial y sin cumplir la legislación. El único gobernador que puede subsistir por sí mismo es el de Neuquén, Jorge Sapag, y en este –según fuentes próximas— es en el que la presidenta encontró mayor resistencia. No así en Eduardo Fellner, de Jujuy (frontera con Bolivia). «Todo está en análisis… Seguiremos las reuniones», dijo.

El periódico «Página 12» —considerado el BOE del Gobierno— publicó la víspera una portada con la foto de Antonio Brufau, modelo Jesucristo, con una corona de espinas. El CEO de Repsol soporta la agonía desconcertado.

El principal escollo que encuentran es que la presidenta hace oídos sordos a sus propuestas. Ni les escucha ni tiene intención de hacerlo. En las dos ocasiones que Antonio Brufau solicitó hablar con ella el paso le fue franqueado. El mismo silencio recibió por respuesta a la carta que le envió. Los interlocutores de la principal compañía del país ahora son ministros con cargos vacíos de contenido «porque la que decide y manda es ella», aseguran. El más próximo a «la señora» es el vicepresidente Alex Kicillof, un economista que sale de La Cámpora, organización juvenil fundado por Máximo Kirchner. Para entender el personaje y lo que sucede hoy con Repsol, vale recordar cómo se presentó a Brufau: «Hola, soy la cara del expropiador».