Boko Haram, los talibanes de África
El grupo que reivindica los atentados es una de las organizaciones integristas más fanáticas del mundo
E. S. MOLANO
Ya lo demostró Carlos, alias «Chacal». En el intrincado mundo del terrorismo internacional, el alma —y el ego— de sus protagonistas siempre responde a su nombre de batalla. Así, la milicia integrista nigeriana decidió autodenominarse Boko Haram, que significa algo así como «La educación occidental ... es pecado». Para estos fundamentalistas es pecado vestir con pantalones y camisa, votar en elecciones o recibir una educación laica. Y con tan sombrío credo, se han propuesto imponer la ley islámica en su versión más fanática en un país de 167 millones de personas, repartidas casi a partes iguales entre cristianos en el sur y musulmanes en el norte.
Solo en el último año este grupo terrorista se ha cobrado la vida de al menos 491 personas. Un espectacular historial delictivo para un grupo compuesto en su origen por apenas un centenar de jóvenes hiperhormonados en su machismo guerrero y desencantados con la vida urbana. En 2002, ante la crisis económica que asolaba el norte del país, unos doscientos estudiantes de clase alta se unieron al líder religioso (ya fallecido) Mohammed Yusuf, en un campamento cercano a la frontera con Níger con la intención de establecer un gobierno islamista en la región.
Desde entonces, la «diplomacia de la bomba» se ha convertido en una constante de quienes son considerados los talibanes de África. En 2010, el grupo asesinaba a 86 personas. El pasado agosto atentaba contra la sede de Naciones Unidas en Abuja, causando la muerte de 24 personas. Y ayer mataba al menos a otras 40.
Pese a su historial de violencia, el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, mostró su disposición a entablar negociaciones diplomáticas con el grupo. Ya antes, Jonathan había decretado una amnistía general, en 2009, contra los grupos rebeldes del Delta del Níger para su incorporación a la sociedad civil. Y pensó que también podría conseguirlo con los integristas del norte.
Islamistas somalíes
La respuesta a su mano tendida apenas se hizo esperar un par de semanas, cuando en un comunicado Boko Haram pidió a otros islamistas del continente (rebeldes somalíes fundamentalmente) que se unieran a su cruzada para la destrucción del Estado nigeriano.
Quizá herido en su orgullo, la reacción del Gobierno también fue fulminante. La pasada semana, tropas del Ejército capturaban a la mujer y a uno de los hijos de Mallam Abubakar Shekau (nuevo líder religioso del grupo). Curiosamente, a nadie le extrañó que la consorte del enemigo público número uno de Nigeria fuera detenida en un simple control policial.
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