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Rota, vuelve el sueño americano

La mayoría de los vecinos de la localidad gaditana esperan con los brazos abiertos a los 1.100 militares estadounidenses que llegarán gracias al escudo antimisiles

Rota, vuelve el sueño americano

TEXTO Y FOTOS: LUIS DE VEGA

El marine estadounidense Blackie McManus fue dado por muerto durante la Segunda Guerra Mundial. En realidad sobrevivió nueve días flotando en el océano Pacífico sin más que su salvavidas, comiendo lo que alcanzaba con sus manos y bebiendo su orina. Por eso cuando llegó en 1961 a Rota (Cádiz) era una leyenda viva con numerosas condecoraciones. Y aquí se quedó hasta que murió en 1998, como recoge «The Coastline», el periódico de la base aeronaval inaugurada por Estados Unidos en 1953 con el beneplácito de Francisco Franco. Entonces sí que McManus reposó para siempre en el mar, cuando sus cenizas fueron arrojadas en aguas gaditanas.

Uno de los cinco hijos del considerado como «héroe local» por sus compatriotas es Kerry McManus, de 63 años, que aterrizó hace casi treinta años en Rota y está al frente de su propia empresa aseguradora. Tiene su sede apenas a un centenar de metros de la entrada del complejo militar. Hace dos décadas «se podía vivir solo del negocio de la base», afirma con el particular acento de los norteamericanos que han hecho ya de este pueblo su casa. «En 1993, cuando abrí mi empresa junto con un socio, tuvimos un volumen de negocio que nunca soñamos», añade en presencia de Manena, la jerezana con la que se casó y tiene tres hijos. «Antes vivíamos como reyes», reconoce ella mientras por la acera pasan varios marines haciendo «footing». Pero hace una decena de años el número de militares desplazados en Rota empezó a bajar, y en 2010, sin que esto signifique que le vaya mal del todo, el 80 por ciento de la cartera de negocio de McManus no tenía nada que ver con la base.

«Será la guinda de la tarta»

Además, se muestra optimista con el acuerdo alcanzado por el Gobierno español para que la base roteña forme parte del escudo antimisiles de la OTAN, lo que supondrá la llegada de 1.100 militares estadounidenses más —y las familias de muchos de ellos—. Esta será «la guinda de la tarta», vaticina McManus. «Hay grandes expectativas y es un mercado que ya conozco. Ya estoy haciendo planes para ampliar la empresa».

La experiencia le hace saber que esos varios miles de personas mueven «millones de dólares» solo en su vida diaria. Consumen, alquilan casas y realizan compras que beneficiarán a la población. Este optimismo casi desenfrenado del asegurador estadounidense encuentra cierta «cautela» en el presidente de la Asociación de Empresarios Comerciales e Industriales de Rota, Juan Alberto Izquierdo. «No hay todavía datos reales de cuáles serán las inversiones y los puestos de trabajo que se crearán». En cualquier caso, reconoce Izquierdo, «ya estamos organizando cursos básicos de inglés para empresarios».

McManus sonríe al recordar el día 12 de octubre de 2003 en que José Luis Rodríguez Zapatero, seis meses antes de llegar a Presidente, no se levantó al paso de la bandera norteamericana en el desfile de las Fuerzas Armadas. «Nunca se lo perdonarán». Esa sentada fue el anuncio de su política exterior, que pretendió dejar de lado a Washington. Por eso sorprende el giro radical que le ha llevado a abrazar el escudo antimisiles en el ite, missa est de su presidencia.

La alcaldesa de Rota, del PP, también sonríe al recordar aquella «ofensa», que pilló de cerca a muchos vecinos que siempre han convivido con las celebraciones del 4 de julio —el día de la independencia de Estados Unidos— o el ahora de moda «Halloween». Su tía Celia, de 82 años, se casó a los 19 con un militar norteamericano, y su suegro ha sido durante cuatro décadas panadero de la base. Eva Corrales sonríe también ante los que considera bandazos socialistas. Pero, como la inmensa mayoría de la población roteña, no duda en saludar el anuncio del incremento de tropas pactado por Zapatero. Partido Popular, Roteños Unidos y PSOE han dejado sola a Izquierda Unida y su negativa en el ayuntamiento. Más alejado todavía se encuentra el conocido pacifista Cristóbal Orellana, que critica en su blog el que se convierta a la población de la bahía gaditana en «escudo humano».

«Hay expectativas e ilusión para que la localidad vuelva a sus mejores tiempos», señala Corrales. De ahí que pida a Madrid que los del pueblo «puedan prepararse y no se lleven los mejores puestos los de fuera, como antes». Rota, que cuenta en la actualidad con 3.550 parados entre sus 29.000 habitantes, ha visto cómo el número de vecinos contratados en la base ha descendido en los últimos años. Esta tasa de desempleo es ampliamente superada por algunos municipios de la zona. Pero en el consistorio parecen muchos comparados con los 1.500 que había en los tiempos más gloriosos de las instalaciones aeronavales, que ocupan 23 kilómetros cuadrados, casi un tercio de un municipio a cuyo casco urbano se llega tras dar un rodeo de más de 17 kilómetros alrededor de las alambradas.

Aquellos días de vino y rosas

Silvia Arana, de 46 años, es una de las sesenta mujeres de la limpieza despedidas por la empresa Piorsa, contratada por el Ministerio de Defensa español. Llevan semanas manifestándose y denuncian que su trabajo lo realizan ahora «de forma ilegal» marineros a los que les compensan con días libres y menos guardias. Arana, que tiene una hermana en California casada con un militar estadounidense, llevaba quince años trabajando en las instalaciones españolas de la base. Todavía recuerda cuando se encerraba en casa al ver llegar por la bahía los barcos de la VI Flota con hasta tres mil marineros a bordo. «Imagínate, tras siete u ocho meses embarcados llegaban como locos. Dejaban mucho dinero, pero no veas las borracheras». Eran aquellos tiempos mejores a los que se refiere la alcaldesa, en los que, además de las cogorzas, se multiplicaban los negocios, el empleo y la entrada de divisas.

El tirón del escudo antimisiles parece además el momento ideal para que el municipio reclame al Estado una cantidad de dinero por la «infinidad» de servidumbres e impuestos nunca satisfechos. Pero más allá de unas cifras que ni en el ayuntamiento aseguran tener cuantificadas, la alcaldesa insiste en que lo que hay que reconocer es el «servicio a España y su defensa nacional que supone acoger la base». «Aquí la gente sabe que Galaxy no es el título de una película», comenta Eva Corrales refiriéndose al mayor avión de transporte del Ejército de EE.UU. Al menos media docena de estos enormes aparatos se ven estos días desde la carretera posados en la pista de la base.

«La base trae empleo y dinero»

En el acceso a las instalaciones, ya dentro del pueblo, esperan varios taxistas que recuerdan un pasado más boyante, sobre todo cuando desembarcaba la tan recordada VI Flota. Entonces el taxímetro volaba camino de clubes de alterne de la provincia porque los prostíbulos locales no daban abasto. Hoy el sector del taxi está en plena reconversión por falta de trabajo, y de 70 coches ha pasado a 45 en diez años. «La base trae empleo y dinero, le guste o no a la izquierda. Ahí dentro hay simples fontaneros que han hecho un capital», afirma Manuel Pérez, de 58 años, mientras espera clientes en el momento en el que suena su teléfono móvil a ritmo del «Cara al sol».

Por supuesto, no faltan los detractores. Manuel Martín-Arroyo se queja de tener «junto al colchón una instalación militar de orden mundial» que alberga «las bombas destinadas a matar inocentes». Dice que nadie quiere hablar del «tabú» que suponen los enfermos de cáncer. Insiste, además, en que Rota no depende ya tanto de la base como del turismo. Pero este músico local, profesor y militante de IU no oculta que, como muchos otros, tiene «a media familia trabajando en la base». Y lo reconoce con humor: «Soy el hijo maldito».

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