Muti: «Hay que educar a los políticos»

Muti, en declaraciones a un reducido grupo de periodistas, se quejó de que, por ejemplo, en Italia, salvo el presidente, Giorgio Napolitano, y alguna otra excepción, los políticos «no pisan un teatro», e hizo una encendida defensa de la Cultura europea y la necesidad imperiosa de protegerla.

«Enseñar música no es poner la flauta en la boca de un niño, sino enseñarle a moverse dentro de esa maravillosa foresta que son los sonidos, adentrarse en las composiciones de Bach, Bellini o Beethoven», afirmó el maestro.

«Una sinfonía es un camino en que las líneas deben concordar. En el contrapunto, el contra no significa adversario sino colaboración y el resultado final debe ser la armonía», explicó Muti, que estableció un símil entre la construcción, la arquitectura de una sinfonía y una sociedad armónica.

Muti recordó que Italia tiene «una historia y una cultura envidiables», criticó fuertemente a los políticos que con sus recortes «traicionan nuestra historia y nuestra identidad» y dijo que a través de la música «puede enseñarse a los niños el sentido de la belleza» y de esa forma ayudarlos a ser mejores ciudadanos.

Pese a calificar de «loable» empresas como El Sistema venezolano de José Abreu, se mostró un tanto irritado por el hecho de que se hable tanto de las experiencias ajenas y se olvide muchas veces lo que se está haciendo en el propio país.

«Tenemos en Aspromonte (Calabria, sur de Italia) cuarenta bandas musicales de jóvenes y se los hemos quitado a la Mafia», afirmó orgulloso el maestro, quien dijo que él mismo los ha llevado al festival de Ravenna (Italia) y agregó: «En Italia estamos haciendo cosas de las que nadie habla».

Preguntado por Efe acerca de su futura colaboración con el Teatro Real de Madrid, tras un acuerdo con su actual director artístico, el belga Gérard Mortier, Muti dijo que después de cinco años haciendo óperas napolitanas en el Festival de Pascua de Salzburgo, le parece que la capital española es «la sede natural».

Esas óperas se representaban asiduamente en Madrid bajo los reinados de los Borbones -desde Felipe V a Carlos III-, y famosos castrati como Caffarelli o Farinelli fueron importantes en la corte española no sólo cultural sino también políticamente», afirmó.

El maestro se mostró orgulloso de la impronta dejada por España en Nápoles y recordó que el teatro de San Carlo, «el más bello del mundo», lo fundó Carlos III.

Una de las arterias principales de aquella ciudad, que va del antiguo palacio real a la plaza de Dante, y está próxima al llamado «barrio español», sigue llamándose popularmente «Toledo» aunque el nombre oficial sea ahora «via Roma».

«Recuerdo que de pequeño, cuando mi madre me mandaba a comprar jamón o queso, me decía que fuese a Toledo», agregó el nuevo galardonado.

En la posterior conferencia de prensa, acompañado de la directora de la Ópera de Estocolmo, Birgitta Svendén, y del presidente de la fundación Birgit Nilssen, el austríaco Rutbert Reisch, Muti no quiso revelar qué hará con el millón de dólares con el que está dotado el premio.

«Es algo que pertenece a la esfera privada. Si dedico todo o parte a ayudar a otra gente, lo haré anónimamente, sin publicidad, como lo he hecho en el pasado», afirmó.

Muti señaló por otro lado que creía que uno de los motivos por los que se le ha concedido este premio, que antes sólo ha recibido el tenor español Plácido Domingo, es su «compromiso social» a través de la música.

El maestro italiano ha ofrecido conciertos en lugares sacudidos por la violencia o difíciles, desde Sarajevo o Yerevan hasta Jerusalén y Beirut como parte del proyecto «Le vie dell'Amicizia» (Los caminos de la Amistad) del festival de Ravenna, algo que, al margen de su extraordinaria categoría artística, sin suda ha tenido también en cuenta el jurado que le concedió el premio.