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Curro Díaz exhibe su clase en la Maestranza

Andarín salió el primero, con el hierro de Moisés Fraile, que además echó el freno de mano en el capote de Curro Díaz

Curro Díaz exhibe su clase en la Maestranza EFE

FERNANDO CARRASCO

Que Curro Díaz es un torero de una clase excepcional, nadie lo duda. Pero si esa clase es capaz de mostrarla en una plaza como la Maestranza, la cosa adquiere tintes mucho más importantes. Y ayer lo hizo ante su primero, el mejor toro del flojo y mansón encierro de El Pilar, remendado con un sexto bis de Salvador Domecq.

Andarín salió el primero, con el hierro de Moisés Fraile, que además echó el freno de mano en el capote de Curro Díaz. El astado cumplió en los primeros tercios pero cuando llegó a la muleta, las embestidas primeras ya presagiaron algo importante. Curro, muy relajado, toreó con primor sobre la diestra. Una primera serie sin obligarle demasiado para, acto seguido en los medios, dejarle otra cumbre por lenta, sentida y ligada. Muletazos excelsos que tuvieron continuidad en la siguiente, con el torero componiendo un cuadro sublime. Da gusto ver torear al jiennense cuando se encuentra. Más apagado por el izquierdo, le enjaretó al menos tres lentos, rematando con la trincherilla. Se fue detrás de la espada y la oreja cortada fue de ley. Se le pidió la segunda con fuerza.

El cuarto fue otro cantar, un toro que manseó de salida y al que se protestó mucho. No hizo nada bueno en ninguno de los tercios y, aunque Curro lo intentó por ambos pitones, sólo pudo conseguir pasajes aislados, muletazos sueltos que evidenciaron su calidad. Pero el de El Pilar no estaba para fiestas precisamente. De nuevo anduvo contundente con los aceros.

Como un perro de presa salió El Juli en su primero. Estuvo lucido en un quite a la verónica y la media. Pero el recital del madrileño vendría con la pañosa. Lo tanteó doblándose pero sin obligarle. El astado respondía con violencia y vibración a la muleta de Julián que, de forma inteligente, le adelantó el engaño llevándolo muy toreado y sin que le enganchase. Se venía arriba el animal y más el torero, que lo llevaba largo y hasta atrás en muletazos enrazados y poderosos para rematar cambiándose la muleta de mano para que surgiese el natural y el de pecho. La faena contuvo mucho poder y, sobre todo, inteligencia. Lástima que la espada se fuese a los sótanos.

Nada bueno hizo el quinto de salida, un toro como sus hermanos. Julián, todo pundonor, lo intentó sobremanera por ambos pitones. Porque la raza de este torero es tremenda y no se da por vencido.

No pudo lucirse José María Manzanares manejando el percal ante su primero. Estuvo extraordinario Pedro Morales «Chocolate» en el tercio de varas. Y también Curro Javier y Luis Blázquez con los palitroques, saludando. No pudo emularles su jefe de cuadrillas porque el de El Pilar perdía constantemente las manos.

El sobrero, de Salvador Domecq, no quiso nada de salida. Impresionante tercio de banderillas de Juan José Trujillo, para el que sonó la música. Caldeó el ambiente y Josemari tomó enseguida la muleta. No era fácil el de Domecq, que se tragaba dos muletazos y al tercero se vencía. Aún así, Manzanares estuvo muy por encima, zafándose de cuantas coladas y gañafones le tiró. Demasiado hizo con lo que tenía delante.

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