Sacyr-Pemex-Repsol... lo que la verdad esconde
La petrolera mexicana despierta, de manera repentina, de su letargo y se une a Del Rivero en su asalto a la compañía que preside Brufau
maría jesús pérez
Jugada maestra, pero... ¿de quién? Mientras muchos señalan a Luis del Rivero, presidente de Sacyr, como el malo de la película en su último intento de asalto al poder en Repsol (¿y van...?), no hay pocos que se atreven a poner en evidencia el papel ... cambiante de la petrolera pública mexicana, Pemex, hasta ahora «sleeping partner» (traducido del inglés, «socio durmiente») de la petrolera española, con un 4,81%, y con expectativas, después del pacto con Sacyr, de duplicar esta participación en los próximos días. Mientras, en los mentideros del sector se señala también a Luis Mañas como el verdadero mediador entre las partes interesadas.
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Y es que el lunes, Sacyr y Pemex desvelaban sus planes de alianza para hacerse con el poder de Repsol: sindicar sus participaciones y alcanzar el 29,8% del capital de la petrolera, al filo de la opa (en el 30% por ley). El golpe de mano incluye seis puntos, entre los que destaca la petición de la separación de las funciones del presidente del consejo de administración y del primer ejecutivo para que cada uno la desarrolo un miembro del consejo de administración. En la actualidad, la presidencia ejecutiva está representada por Antonio Brufau desde octubre de 2004, mientras el sillón de consejero delegado se amortizó tras la marcha de Ramón Blanco en enero de 2005.
Pemex está en el capital de Repsol desde su creación en 1989
Mientras tanto, entre la opinión pública, la mayoría juega con la evidencia. A saber. La constructora española, y por extensión su presidente, nunca ha escondido su interés por la participación en Repsol dadas las rentas que le revierte vía dividendos, si bien en los últimos tiempos éstas se han resentido por la política estratégica seguida por Brufau, en la retribución al accionista, con la que Del Rivero no estaba de acuerdo. Pero si encima eres el socio de referencia (con un 20,01%), y tienes problemas de deuda (12.074 millones de euros) y de vencimientos de la misma (6.700 millones, de los que unos 5.000 corresponden al crédito solicitado a un grupo de bancos para comprar precisamente, y en su momento, el 20% de la petrolera) pues el interés sobre la marcha futura pero inmediata de la compañía, se vuelve desmedido; la falta de entendimiento, irremediable; y la ganas de cambiar las cosas desde el mismo poder, irresistible.
Así, tras varios intentos frustrados de conquista —junto a rusos, chinos e indios... o españoles, de hecho, el último plan fue a principios de 2010, cuando Sacyr propuso a La Caixa, segundo accionista de Repsol con el 12,97%, una bicefalia para gobernar la petrolera—, Del Rivero ha logrado convencer a los mexicanos, hasta ahora convidados de piedra en el consejo de la compañía, en su afán por desbancar de la presidencia a Brufau. ¿El objetivo? Básicamente reconducir la dirección estratégica de la compañía, mejorando —según los recientes «socios»— la gestión de la petrolera e interviniendo en cuestiones clave como el nombramiento de un consejero delegado (lo que restaría la autonomía del actual presidente), o mejorando la eficiencia de las participadas, entre las que destaca Gas Natural.
¿Por qué Pemex?
¿Y por qué los mexicanos? ¿qué intereses han surgido tras tanto tiempo aletargados? ¿De nuevo una empresa pública extranjera con participación de decisión en el seno de una multinacional española? En México, Pemex es el único productor de crudo, gas natural y petrolíferos, la fuente más importante de ingresos del Gobierno Federal y la empresa más importante del país. De hecho, se puede decir, que es el Estado mexicano. No en vano su estructura organizativa, la composición de sus órganos de gobierno y gestión y su presupuesto vienen estrecha y específicamente reguladas por ley.
Pemex aparece en la propia Constitución mexicana, en su artículo 27
Así, su consejo de administración, integrado por 15 miembros, lo preside el ministro de Energía mexicano, José Antonio Meade. Y en él participan, como miembros, otros cinco representantes del Gobierno, entre los que figuran el ministro de Hacienda y Crédito Público; el jefe de la Oficina de la Presidencia; y el subsecretario de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía, entre otros. Los restantes puestos se reparten entre cuatro de los llamados consejeros profesionales y otros cinco consejeros designados libremente por el sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. Además, el director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, es designado directamente por el Presidente de la República. Tal es su implicación en el Estado mexicano que la compañía aparece en la propia Constitución del pais, al amparo del artículo 27.
Pero, ¿y por qué precisamente ahora Pemex decide mover ficha tras su histórica somnolencia? La clave está en lo conseguido por Repsol a lo largo de los años, una trayectoria expansiva y de inversión que la posicionan para estar en condiciones de abordar adquisiciones estratégicas que la proyecten como una de las principales petroleras del mundo en el futuro más inmediato.
Brufau ha puesto en valor los extraordinarios recursos identificados en Brasil; además se ha dotado de apoyos para una política de expansión rentable, a través de su alianza con el gigante chino Sinopec; y, ha reorientado la presencia accionarial en la argentina YPF mediante la consolidación de la relación accionarial con los Esquenazi... Toda una perita en dulce que ha despertado el apetito de los mexicanos.
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