George Soros: Un Robin Hood con piel de tiburón
La endurecida regulación financiera ha forzado el cierre de su «hedge fund». Frío especulador a la par que desprendido benefactor, «sólo» gestionará ya la fortuna familar: 25.000 millones.
EMILI J. BLASCO
Para un hombre que tuvo el esperanto como lengua paterna, estaba claro que el mundo iba a ser su montura. George Soros transformó su temprana habilidad de comprensión transnacional en caja registradora. Con una regla aparentemente sencilla —«soy rico solo porque sé cuando estoy equivocado»— ... este especulador financiero estadounidense de origen húngaro ha reunido con el tiempo una enorme fortuna. A sus casi 81 años, la revista Forbes le estima un patrimonio de 14.500 millones de dólares , aunque probablemente sea mayor a tenor de lo revelado el martes: su «hedge fund» cuenta con 25.000 millones de dólares de inversiones familiares, la mayoría se supone que personales. A partir de ahora, Soros se dedicará a gestionar únicamente esas cuentas, sin participaciones de fuera de la familia, para no tener que sujetarse a las exigencias de mayor trasparencia que introduce la nueva legislación estadounidense en materia financiera. Con una atribuida rentabilidad del 20% de media en los cuarenta años de Soros Fund Management (en 2010 fue del 6%, aún elevada dada la situación de crisis), muchos querrían seguir poniendo el dinero en sus manos. Pero solo él y lo suyos se seguirán beneficiando de su buen ojo y mejor olfato.
De Soros no solo fascinan las cifras, sino también una dicotomía que algunos disculpan como dislexia y otros atacan como esquizofrenia. Este judío nacido en Budapest en 1930, emigrado primero a Londres huyendo de los nazis y luego a Nueva York , es símbolo de dos actitudes que diríase opuestas. Como especulador ha mantenido el pulso, con la mirada fría fija en sus propios intereses, cuando sus acciones podían provocar una crisis con graves problemas sociales, como ocurrió con la devaluación de la libra en 1992, que le daría el apodo de «el hombre que quebró el Banco de Inglaterra». Como filántropo, a lo largo de su trayectoria ha repartido unos 9.000 millones de dólares en diversas causas en pro de la democracia y de iniciativas sociales. Así, podría concluirse que con una mano ha recogido dinero actuando de acuerdo con el estereotipo de despiadado hombre de negocios de derechas, y que con la otra ha repartido sumas con una clara orientación de izquierdas.
Soros puso todo su arrojo, aunque sin éxito, en impedir la reelección de George Bush en 2004 , llegando a donar 27,5 millones de dólares a distintos grupos que se movilizaron en contra del entonces presidente. También ha entregado importantes fondos a campañas para la legalización de la marihuana (un millón de dólares solo en California). No obstante, su principal inversión fuera del campo de los negocios ha sido la puesta en marcha y la generosa financiación de Open Society Institute, que jugó un importante papel en la transición de los países del Este de Europa y sigue promoviendo libre mercado y democratización en todo el mundo. Con actividades hoy en más de sesenta países, este instituto tiene un presupuesto anual de unos 600 millones de dólares.
La clave para entender la particular personalidad de Soros radica en su interés por el mundo de las ideas. Su cerebro especulativo primero estuvo en la filosofía antes de llegar a las finanzas. Durante sus estudios en la London School of Economics fue discípulo de Karl Popper (el nombre de Open Society es un tributo al maestro). Cuando llegó a Nueva York a los 26 años comenzó a trabajar en Wall Street para tener un sustento que le permitiera escribir teoría social y económica, solo que el medio acabó siendo el fin, por más que también ha publicado libros, el último de ellos dedicado a la crisis de 2008: «Nuevo paradigma para los mercados financieros».
Con todo, en Soros la idea es previa a la inversión. Ahí está su desarrollo de la teoría social de la reflexividad, fundamentada en la enseñanza de Popper, que indica que la valoración de un mercado por sus participantes afecta esa valoración en un círculo vicioso o virtuoso . Si esas consideraciones le llevaron a sacar rentabilidad el Miércoles Negro de la famosa devaluación de la libra, para muchas otras actuaciones financieras se ha apoyado en el principio de fabilismo, utilizado por Popper en su teoría del conocimiento. Ya se sabe que, para ser rico, uno debe saber dónde está equivocado.
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