Casi 40.000 «indignados» reviven el 15-M en Neptuno sin causar incidentes
Al grito de «Así, así, así lucha Madrid», los manifestantes instan la convocatoria de una huelga general
C. MORCILLO, T. G. RIVAS, J. M . CAMARERO Y A. COCO
Se esperaban 50.000 personas y faltaron casi 10.000; se temían incidentes y no hubo ni una mala mirada. El espíritu del 15-M tomó ayer el centro de Madrid con las armas que había exhibido al inicio del movimiento: descontento y manos al ... aire, marea pacífica y protestona llegada desde todos los puntos de Madrid.
Rastas, familias, punkis, adolescentes, jubilados, matrimonios y niños en carritos; orquestas de pachanga y decenas de pancartas, lemas y canciones procedentes de seis zonas confluyeron en la plaza de Neptuno al grito de «Así, así, así lucha Madrid», en medio de un ambiente festivo poco apto para violentos. Todos contra el sistema económico —los banqueros concitaron buena parte de las chanzas— y político —aparte de a Zapatero se criticaron «goteras» como la corrupción—; y todos con la convicción de mejorar el sistema actual.
Las seis columnas, convocadas por las Asambleas de Trabajadores de Pueblos y Barrios de Madrid, con el apoyo del 15-M, partieron de Leganés, Getafe, Vallecas, Hortaleza, Plaza de Castilla y Templo de Debod. A ellas se fue sumando gente a medida que avanzaban. Funcionaron como un reloj. Cada una con un estilo, como son los barrios: unas con banderas republicanas y comunistas, otras solo con pancartas; con banda de música o tambores de batuka; con silbatos o a pleno pulmón.
Los puntos de encuentro que se habían fijado se cumplieron a rajatabla y cuando un grupo se aproximaba, los que esperaban prorrumpían en aplausos y abrazos como el que se encuentra a su amigo del alma.
El elemento más molesto de la caminata que algunos se echaron a las piernas fue el sol justiciero que no dio tregua y que espantó a miles de personas minutos después de que la manifestación concluyera en Neptuno, a unos metros del Congreso. Molesto también fue cuando la minoritaria columna de Hortaleza atravesó un desértico barrio de Salamanca, donde las personas mayores que paseaban tranquilamente, incluso algunas después de salir de misa, increparon a los manifestantes con frases como «¡perroflautas, poneros a trabajar!». Para las filas del suroeste no todo fueron gestos amables. Hubo algún vecino que en vez de aplausos lanzó líquidos desde su ventana para mostrar su rechazo a la reivindicación de la «spanish revolution».
Evitar disturbios
La Policía, a la altura, como siempre. El impecable dispositivo limitó los cortes de tráfico al mínimo para no perjudicar a los conductores ajenos al 19-J, mientras los miembros de la Unidad de Intervención Policial (UIP), con unos 500 efectivos, no perdían punto de cada recorrido y se arremolinaban al final en torno al Congreso, protegido como un búnker: triple vallado a la entrada de la Carrera de San Jerónimo y detrás los hombres de la UIP con rostro serio, aguantando en algún momento consignas subidas de tono: «Estamos hasta el culo de tanto poli duro» u otras más amables como «únete a nosotros. A ti también te han bajado el sueldo».
Un cordón de manos entrelazadas, pertenecientes en su mayoría al llamado «comité de respeto», trató de impedir en todo momento que la masa avanzara con pretensión de subir al Congreso. «¿Y tú quién eres para prohibírmelo? ¿Qué democracia pides si ya te crees más que yo?», le reprochaba un ciudadano a una de las jóvenes que se limitaba a decir: «Si no nos separamos dos metros del vallado, pueden cargar. No queremos que ocurra como en Barcelona». «No hagáis tonterías que luego nos acusan de violentos», se escuchaba decir a otro compañero. Ganas no le faltaba a una minoría de provocar disturbios. Unos jóvenes, casi adolescentes, con apariencia de extrema izquierda comentaban entre ellos: «Los polis van desprotegidos. Entre tres podemos con uno. No pueden prohibirnos subir al Congreso». Otros, más pacíficos, señalaban: «Ya que no podemos entrar, lancemos aviones de papel con nuestro mensaje». «No», le interrumpía otro más coherente. «No lancemos nada que pueda generar una carga».
Contra los medios
Los «indignados» —más de 40.000, según fuentes policiales; 37.742, según Lynce para Efe— arremetieron de nuevo contra los medios de comunicación e insultaron y regaron a periodistas de televisión. El «no nos representan», ya casi grito de guerra del movimiento, fue quizá el lema más coreado. «Un bote, dos botes, banquero el que no bote», chillaba la multitud. Y el asfalto botaba a sabiendas de que, de lo contrario, sería señalado.
Hasta quien ya solo peinaba canas también botaba. «¡Viva esta juventud valiente!», alentaba. Muy cerca, una señora de su quinta mostraba su adhesión a las protestas. Hace un año ella también estaba «indignada», pero con los jóvenes. No entendía que solo se echaran a las calles para festejar mundiales de fútbol y no lo hicieran para reclamar el fin de la crisis. Ahora, hasta instan a una huelga general. A las 20.00 horas tuvo lugar una asamblea en la Puerta del Sol, seguida de una nueva concentración.
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