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El hombre de Piltdown, uno de los mayores fraudes de la historia

La falsificación del «eslabón perdido» que se sostuvo durante cuarenta y cinco años

El hombre de Piltdown, uno de los mayores fraudes de la historia wikipedia

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En nuestro habitual recorrido por las anotaciones más interesantes y curiosas de la blogosfera hoy nos detenemos en la bitácora de Emilio Cervantes , un científico titular del CSIC, que nos recuerda dos grandes acontecimientos que están a punto de celebrar los cien años. Por una parte el hundimiento del Titanic, del que se han escrito ríos de tinta y del que probablemente hablemos largo y tendido en otra ocasión; por otra, el hombre de Piltdown , uno de los mayores fraudes de la historia que sin duda merece la pena recordar hoy.

Para hacerlo, nada mejor que comenzar por el cuadro que acompaña estas líneas , pintado por John Cooke en 1915, tres años después del famoso descubrimiento. En la escena aparecen algunos de los "científicos" que arrojaron a la luz el caso como F. O. Barlow, G. Elliot Smith, Charles Dawson, Arthur Smith Woodward (en la fila de atrás y de izquierda derecha), o A. S. Underwood, Arthur Keith, W. P. Pycraft, y Sir Ray Lankester (sentados en primera fila). Y entrecomillamos la palabra científicos porque la mayoría de estos hombres sostuvieron la teoría de que unos fragmentos de un supuesto cráneo humano y de una mandíbula de aspecto simiesco encontrados en Piltdown (un pueblo al sur de Inglaterra) y que, unidos, parecían pertenecer a una especie desconocida, constituían la prueba del "eslabón perdido" entre el hombre y el mono.

Lo peor de todo es que este decisivo hito en la paleoantropología se creyó verdadero durante cuarenta y cinco años hasta que por fin un dentista, A.T. Marston, determinó a través de distintas pruebas que algunos de los dientes de ese esqueleto correspondían a un orangután , el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano de la época medieval. Alguien se había preocupado de limar los dientes para darles apariencia humana, y envejerlos en una solución de hierro y ácido crómico. Se sospecha que podría haber sido el médico y paleoantropólogo aficionado Charles Dawson , aunque también hay rumores que señalan a Arthur Conan Doyle, autor de Sherlock Holmes, o el jesuita Pierre Teilhard de Chardin. Para los que se queden con ganas de más, recomendamos este reportaje del canal Odisea.

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