Un siglo ilustre

Nada más entrar en el edificio nos encontramos con la riquísima y apabullante ornamentación, que alcanza un nivel difícilmente superable en cuanto a la integración de las distintas bellas artes como son la escultura, vidriería, rejería, metalistería, ebanistería, etcétera.

Resulta difícil elegir pero a simple vista, de entre todas las estancias, se podrían destacar tres. La primera es el «Patio de Honor», que abarca toda la altura del edificio y que está rematado con un gran lucernario que aporta iluminación natural a la estancia. En ella cohabitan plácidamente las tres fachadas de un palacio francés del XIX, y la imponente escalera modernista.

La otra es el fastuoso salón de fiestas, hoy llamado Salón Real, que es, por méritos propios, una de las salas más valoradas de toda la «casa». Sus grandes dimensiones y, por encima de todo, su espléndida ornamentación, donde sobresalen los relieves de Benlliure, ubicados en el friso de mármol, las pinturas de Sala y Pla, que recubren el techo, y las vidrieras de la casa Maumejean que cierran las cupulillas, contribuyen a que este edificio sea una de las joyas más singulares de todo Madrid.

La tercera es la biblioteca neogótica, en la que muchos de los socios disfrutan del placer de la lectura. Llama la atención el material férreo empleado para las estanterías, con el que se pretendía reducir el riesgo de incendios, y que consigue un ambiente medieval que responde a una buscada rememoración de las antiguas bibliotecas monásticas.

Es interesante señalar como todo ello convive con la mayor naturalidad con los avances del siglo XXI. Aunque el edificio conserva, a diferencia de otras grandes obras de la misma época, gran parte de su apariencia original, es importante resaltar los numerosísimos trabajos de acondicionamiento y modernización del edificio que se han llevado a cabo en los últimos años. Entre estos cabe destacar la remodelación y ampliación del gimnasio, y la construcción de una piscina cubierta, cuyo reducido tamaño no es problema para los socios, ya que dispone de chorros de agua a contracorriente.

Esta exquisita convivencia de historia y modernidad sin duda ayuda a comprender cómo el Casino de Madrid continua siendo en pleno siglo XXI el escenario elegido para celebrar numerosos actos sociales, políticos, económicos y culturales de la ciudad.