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Aislado y sin horizonte

El PSOE pierde votaciones en el Congreso, y sus socios hipotéticos se desmarcan un día sí y otro también, dejando al descubierto la penuria política de un presidente que ya no da más de sí

NI el eterno voluntarismo del presidente ni la infatigable propaganda gubernamental pueden ocultar la realidad de los hechos: el Ejecutivo está desprestigiado ante la opinión pública y nadie confía en su capacidad para encauzar un proyecto agotado cuando ha transcurrido poco más de la mitad de la legislatura. La soledad del PSOE en sede parlamentaria queda patente en numerosas ocasiones, con derrotas —a veces estrepitosas— frente al resto de los grupos como ha ocurrido recientemente en materia de pensiones. Las maniobras de José Antonio Alonso y demás responsables socialistas en el Congreso no consiguen disfrazar una situación insostenible que puede desembocar en la imposibilidad de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2011. En este sentido, la entrevista que hoy publica ABC con el portavoz de CiU Josep Antoni Duran i Lleida anticipa lo que puede ocurrir en los próximos meses. Es cierto que los nacionalistas catalanes mantienen una ambigüedad deliberada que cabe interpretar en función de las ya cercanas elecciones autonómicas. Sostiene Duran que su grupo ha salvado a la economía española y no a Rodríguez Zapatero con su apoyo al «decretazo», pero no se pronuncia todavía sobre la eventual convalidación del decreto ley que impondrá la reforma laboral. El parlamentario catalán —que juega con habilidad sus bazas en el Congreso y ocupa un lugar de privilegio entre los líderes mejor valorados— afirma, en cambio, de forma rotunda que CiU no apoyará al Gobierno en el debate de Presupuestos y que votaría «no» en caso de una hipotética cuestión de confianza.

En definitiva, hay que descartar que los nacionalistas catalanes sirvan de soporte a un Ejecutivo desbordado por las circunstancias de aquí a final de legislatura, de manera que —gracias a las urnas autonómicas— le queda al presidente un margen de pocos meses para sacar adelante sus proyectos, aunque sea a trompicones. En plena crisis económica, España no se puede permitir este desbarajuste político. El PSOE pierde votaciones en el Congreso o bien se ve obligado a «apoyar» a la oposición para disfrazar su aislamiento. Los socios hipotéticos se desmarcan un día sí y otro también, dejando al descubierto la penuria política de un presidente que ya no da más de sí. El clamor social en favor de unas elecciones anticipadas está más que justificado porque en democracia los ciudadanos tienen siempre la última palabra, una vez agotada la confianza que Rodríguez Zapatero obtuvo en 2008.

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