La ONU rechazó colocar a Garzón en sus órganos judiciales

Garzón buscaba entonces una salida profesional que le permitiera trabajar fuera de España, ya que consideraba que en nuestro país se le habían cerrado las posibilidades de conseguir sus objetivos, como presidente de la Audiencia Nacional o de la Sala de los Penal de ese mismo Tribunal, a los que aspiró sin éxito.

El ofrecimiento del juez fue rechazado tanto por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, como por el jefe de los Servicios Jurídicos de Naciones Unidas, quienes conocían la trayectoria y actividades de Garzón y le hicieron ver que tenía «demasiado currículum».

En los altos cargos de la ONU había un cierto temor a que las actuaciones del magistrado en asuntos delicados pudieran provocar algún problema con los Estados implicados, más allá de las que se consideraban normales. De hecho, la fama internacional de Garzón tiene su origen en la orden de detención que dictó contra Augusto Pinochet en octubre de 1998, coincidiendo con la estancia del dictador chileno en Londres. Su atrevida decisión, adoptada durante la investigación de la desaparición de víctimas españolas en las dictaduras chilena y argentina, a punto estuvo de provocar un conflicto diplomático a España. Garzón procesó después a Pinochet y pidió su extradición, pero Londres la rechazó.

Durante su trayectoria profesional, el magistrado ha realizado varios intentos para salir de la Audiencia Nacional con destino a algún organismo internacional, como por ejemplo la Corte Penal de La Haya. Paradójicamente, será la Oficina del Fiscal de este Tribunal el destino al que se incorporará Garzón como «asesor externo» y de forma inmediata para alejarse del calvario judicial que ha vivido en el último año.

Tras su suspensión cautelar, Garzón obtuvo el permiso del CGPJ para trabajar durante al menos siete meses a las órdenes del fiscal jefe del TPI, Luis Moreno Ocampo.