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La conjunción planetaria

VIERNES, 7 de mayo. Ante el agravarse de la situación griega y el ataque masivo al euro en las bolsas, los jefe de gobierno europeos deciden actuar conjuntamente, dejando que sus ministros de economía formulen el plan.

Sábado, 8. La respuesta no convence a los mercados, dadas las vacilaciones alemanas sobre su participación en el rescate, corriendo el rumor de que al abrirse el lunes las bolsas, sobrevendrá un desplome general.

Domingo, 9. Ahora ya no se teme sólo el contagio de Grecia a otras economías europeas, sino el del euro al dólar. Obama telefonea a Merkel, pidiéndola un esfuerzo extra alemán. La cancillera le dice que Alemania sola no puede salvar el euro si otros países, España el más grande de ellos, no colaboran en la operación rescate. Obama le asegura que intervendrá personalmente para que España coopere.

Madrugada del lunes 10. Los ministros de Economía europea crean un fondo de 750.000 euros para apuntalar las economías más débiles. España dice que colaborará, sin especificar todavía detalles.

Martes, 11. Obama telefonea a Zapatero para decirle que España necesita adoptar medidas decisivas para que sus problemas no se extiendan a la zona euro, haciendo peligrar el plan de rescate.

Martes, 12. Zapatero anuncia un recorte histórico del gasto público, incluyendo el social, desdiciéndose de cuanto había dicho hasta entonces.

Esta ha sido la «conjunción planetaria» anunciada por Leire Pajín: el planeta grande se come al pequeño. Llámenle ustedes como quieran: salto cuántico, caída del caballo, bajada de pantalones, huida hacia delante, el caso es que el paladín social se ha convertido en ogro neoliberal. Sin excusarse ni reconocerlo, desde luego. Pero eso sí que iría contra su naturaleza.

Pero lo peor no es eso, a fin de cuentas se trata sólo del destino de un hombre. Lo peor es que tanta rectificación, tanto dolor y tanta amargura pueden no alcanzar sus objetivos. Los recortes anunciados son medidas de choque, como el torniquete para cortar la hemorragia. Pero no cauteriza el foco de la misma, Zapatero no ha dicho ni hecho nada sobre la recuperación, sobre los problemas de fondo de la economía española, sobre el paro, la productividad, la competitividad, sobre la reforma del mercado laboral, sin la que no volverá a crearse empleo. Y sin la creación de empleo, nunca disminuirá el déficit, porque los gastos continuarán mientras los ingresos no crecen. Como sin el aumento de la productividad nunca volveremos a ser competitivos.

¿Tendrán que ser también Bruselas y Obama quienes nos señalen el camino de la recuperación económica? Si no lo hacen ellos, lo hará la realidad. La realidad, sí, eso que ese hombre que nos gobierna, mejor dicho, no nos gobierna, nunca se ha tomado en serio, montado en su frivolidad, su demagogia, su autismo, su sectarismo, su irresponsabilidad y en la buena estrella que cree tener. Un cóctel peligroso siempre, pero sobre todo al frente de un país. Su estrella ha sido devorada por otra mayor. Aunque Zapatero no se ha estrellado por eso sólo. Se ha estrellado, y nos ha estrellado, por su ignorancia. Algo que puede tolerarse en un político cualquiera. No en un jefe de gobierno.

Por lo que habrá que empezar a preguntarse si con su última pirueta, no habrá puesto fin a su carrera política. Si su último salto mortal no habrá sido mortal de verdad. Un político está autorizado a mentir a los demás, a traicionar a los rivales. Se toma incluso como muestra de su destreza. Pero ningún político está autorizado a traicionar a los suyos, a sus votantes. Y esto precisamente es lo que ha hecho Zapatero. Por orden de Bruselas o de Obama, desde luego. Pero lo ha hecho, inflingiendo con ello una de las primeras normas de la política. En cualquier país, estaría acabado. En el nuestro le queda sólo aquello de «Spain is different».

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