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Se acabó la fiesta, Timonel

NO hay mejor afición -y más barata- que gastar el dinero de los demás. Y si se puede, a espuertas y comprando favores y sumisión. Así se hicieron imperios de todo tipo. De naciones, de compañías multinacionales y de chiringuitos más o menos cutres. Porque ... el dinero, en sí siempre anónimo, da mucho de sí. Aquí, en este nuestro maltratado país, alguna ministra dijo en un arranque de sinceridad inusual que el dinero público no era de nadie. Pero en realidad lo que pensaba es lo que todos sus correligionarios socialistas. Piensan que es suyo. Así lo tratan y gastan al menos. Ahora les ha pasado algo inesperado. Les ha sucedido algo que en su semicultura plenianalfabeta y dehesa, monolingüe, provinciana y primitiva, no se le había pasado por la cabeza. Estaban convencidos nuestros muchachos y muchachas en el Gobierno que fuera se piensa igual que en esta anomalía en que han convertido de nuevo a España. Pues va a ser que no. En otros países, donde aÚn existe una cultura del rigor y la probidad, no se pueden hacer cosas que aquí son impunes. Creo que la presidencia española, de la que tanto se prometía nuestro presidente, no para hacer nada sino humo para su electorado, ha generado por el contrario muchísima claridad. Al menos fuera de nuestras fronteras. Que aquí el CIS nos cuenta que la diferencia entre socialistas y la única oposición, por llamarla de alguna manera, haya caído a 1,5 puntos puede ser mentira como tantas cosas. O verdad, porque donde no hay no hay, y las luchas no están para ser dirigidas por indolentes.

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