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El caos de la Generalitat

EN democracia, la obligación de los poderes públicos consiste en resolver con eficacia los problemas reales de los ciudadanos. Desde este punto de vista, la Generalitat ha fracasado de forma lamentable ante el temporal desatado en Cataluña: el colapso en el tráfico viario y ferroviario, ... más de 200.000 abonados sin luz eléctrica y una información escasa y deficiente han creado un ambiente de indignación general. Al margen del carácter excepcional de la nevada y otros fenómenos atmosféricos, la Administración catalana se ha visto desbordada e incapaz de reaccionar por la carencia de protocolos de actuación y de medios suficientes para hacer frente a las demandas de Protección Civil. Esta situación pone de relieve las nefastas consecuencias de una política «autista», cuyo único objetivo es plantear absurdos debates identitarios y repartir cuotas de poder. El tripartito se preocupa de reformar el Estatuto, poner multas a los comerciantes que rotulan en castellano o promover debates sin sentido sobre la Fiesta de los toros. Sin embargo, no ha hecho nada para remediar el caos en Barcelona y en otras muchas localidades salvo recurrir a la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias, a pesar de la manifiesta antipatía de los nacionalistas hacia la presencia de las Fuerzas Armadas en Cataluña.

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