Derecha sin complejos
Esperanza Aguirre tiene entre sus grandes virtudes la falta de complejos ideológicos, el nulo temor a las categorías culturales y morales impuestas por cierta izquierda. De ahí que Aguirre constituya la bestia negra de esa izquierda, uno de sus objetos fóbicos por excelencia, como lo es cualquiera que se atreva a cuestionar sus definiciones de lo que es derecha tolerable y extrema derecha, ésta última, toda aquella que le lleve la contraria.
Y de ahí el último esperpento protagonizado por esa izquierda como es convertir a Aguirre en provocadora por declarar la fiesta de los toros Bien de Interés Cultural. Así titulaban ayer sus periódicos la iniciativa de Aguirre, Aguirre provoca, Aguirre tensa, Aguirre incendia. Pues la provocación, dice esa izquierda, no está en los nacionalistas catalanes que han abierto esta polémica y que quieren prohibir los toros, sino en cualquiera que ose responder a dichos nacionalistas catalanes. Y la provocación no está en quienes rechazan los toros porque constituyen un símbolo de españolidad sino en quienes reafirman los símbolos de españolidad y defienden la libertad de elección.
Lo de siempre desde los inicios de la Transición. La identidad nacional española convertida en sinónimo de extremismo conservador y el nacionalismo independentista catalán convertido en sinónimo de progresismo y modernidad. Por los toros, por la bandera, por la lengua, por lo que sea. A través de una izquierda nacional que ni pierde su dependencia y adoración hacia los nacionalismos independentistas ni, sobre todo, pierde su sectarismo ideológico.
Hasta extremos patéticos como esta semana, bailando el agua al nacionalismo radical catalán en su persecución de la Fiesta Nacional y enviando al infierno del extremismo y la provocación a la gran mayoría de españoles por defender su patrimonio cultural.
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