«¡Huelga, huelga»!
Cerca de diez mil personas se manifestaron en la calle Alcalá contra la propuesta del Ejecutivo de Zapatero. Algunas organizaciones, al margen de los dos sindicatos mayoritarios, reclamaron respuestas contundentes, como la huelga general
El frío y la lluvia, que había bañado intermitentemente las calles de Madrid durante la mañana, invitaban a quedarse en casa. Si no hubiera sido por ellos, quizás hubiesen sido más las 15.381 personas, según la empresa Lynce, -la mayoría sindicalistas, escaseaban los ciudadanos ... de a pie- que a las 19:00 se apiñaban en la plaza de Cibeles. Desde la distancia, se podían observar, entremezcladas, las pancartas y las banderolas de los sindicatos CC.OO. y UGT. Una consigna hermanaba a las dos organizaciones: «La jubilación no se toca».
Al comienzo de la marcha hacia la Puerta del Sol, la amenaza de tormenta no había cesado. Al toque de megafonía y tamborilada, comenzaba el desfile, entre los chubasqueros y paraguas -algunos con los colores de la bandera republicana- de los más previsores. «Paz social, negocio patronal». Muchos aludían en corrillo al que se convirtió en el tema de la tarde: la amenaza de huelga general. La pancarta del Sindicato de Comisiones de Base (CO.BAS) la invocaba. «Tenemos muchas dudas de hasta dónde van a llegar CC.OO. y UGT en la negociación. Estamos trabajando con otras organizaciones para organizar una huelga general», asegura Rosa Torres, representante de CO.BAS. De fondo, se podía escuchar un cántico que iba congregando más intérpretes. «A la huelga, a la huelga, oé, oé».
Sin jóvenes
No muy lejos, María, de 9 años, enfundada en un chaleco fosforescente con las siglas del sindicato, repartía octavillas. Rosa, su madre, contaba orgullosa que la pequeña la acompaña a estos actos desde los 7 años, cuando su empresa presentó el primer ERE. «Los trabajadores estamos pagando la mala gestión de los directivos», asegura Juan Antonio Sánchez, de 59 años, que lucía un adhesivo de CC.OO. La presencia de los jóvenes fue reducida, algo que denunció Sandra Rodríguez, de 30 años, militante de UGT. «Los sindicatos apenas cuentan con apoyo entre la gente joven. La reivindicación se está perdiendo. La juventud actúa como si nada le fuera a afectar».
«Es una situación insostenible», se lamentaba Manuel Ortega, parado desde hace dos años. Antes trabajaba en la hostelería; ahora duda del futuro del mercado laboral. «El de las pensiones no es un «decretazo», pero es como si lo hubiese sido. O cambia la política del Gobierno, o cambiamos de Gobierno».
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