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Blanco y radiante

DE las ruinas del zapaterismo está emergiendo Pepe Blanco, quién lo iba a decir, como valido para escoltar y proteger a un presidente desnortado, superado por los acontecimientos y en sus horas más bajas. En un Gobierno quemado en pleno desbarajuste, presa del síndrome de ... burnout, el ministro de Fomento ha transformado su perfil de aparatchik partidista para vestirse con el traje de político de Estado; un proceso que retrata a una política y a un Estado en los que puede cobrar valor un dirigente sin formación académica cuyos méritos más estimables son una potente inteligencia emocional, una intuición natural para la propaganda, una notable capacidad de trabajo y un sensato reflejo de sentido común. En el erial achicharrado de una gobernanza sin rumbo, Blanco toma los mandos abandonados de la dirección socialista y le construye a Zapatero un andamiaje de emergencia para sostener lo único que queda de su proyecto: la fachada.

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