La flota submarina recupera operatividad al año del suceso del «Tramontana»

Son sólo dos de cuatro submarinos plenamente operativos, pero el doble que durante todo este año, cuando entre la avería citada y los problemas presupuestarios ha habido etapas con un solo sumergible útil y con restricciones de uso -mínima cota de inmersión- para su empleo en misiones y maniobras de la OTAN en el Mediterráneo.

Los S-70 llevan en servicio entre 27 y 24 años y están cerca del final de su vida útil. El más antiguo, el «Galerna» ha entrado en «gran carena»: desmontaje, vaciado y cambio de todas las piezas que lleva dentro el submarino. Es una operación obligatoria por cuestión de seguridad cada cinco años, que cuesta alrededor de 30 millones de euros y para este sumergible debería ser la última de su vida. Si se cumplen las previsiones de la Armada y las restricciones presupuestarias no afectan al programa de modernización de buques, dentro de cuatro años debería de ser sustituido por el primero de los S-80 que ya construye Navantia.

Ahorros presupuestarios

Al siguiente más antiguo, el «Siroco», le toca la misma revisión este verano, cuando termine la del «Galerna». En su caso, la Armada ha preferido esperar a que entre en esa «gran carena» y ahorrarse arreglos que iban a ser provisionales.

En el caso del «Mistral», se le han cambiado los 96 pasos de casco que tiene el submarino para el cableado. Es la misma reparación que se hizo al «Tramontana», el submarino más moderno de la flota, después del citado accidente que tuvo lugar el 11 de diciembre de 2008, precisamente en un ejercicio de prueba realizado cerca de la base de Cartagena tras una revisión general.

En la Armada consideran cubiertas sus necesidades y compromisos para las misiones internacionales con los cuatro submarinos en servicio útil, pero también admiten que es imprescindible garantizar el relevo de los mismos por los S-80 en los plazos previstos, dentro de cuatro años, cuando los S-60 tendrán una media de más de tres décadas de servicio. A diferencia de los buques de superficie, un submarino no permite el más mínimo fallo cuando está bajo el agua. La tripulación del «Tramontana» lo pudo comprobar en primera persona.