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Otra vez, España paga

LA liberación del buque «Alakrana» es un motivo de satisfacción por la suerte de sus tripulantes, que ya están libres, pero abochorna por el lugar en que deja a España ante sus aliados y ante los secuestradores, convencidos nuevamente, después del éxito que tuvieron con el «Playa de Bakio», de que chantajear a nuestro país es rentable. Por eso resulta hasta patético que el PSOE felicite al Gobierno por su gestión de la crisis. Los únicos que pueden felicitarse son los piratas somalíes, que no sólo han cobrado otro rescate multimillonario, sino que también han creado un precedente sobre la debilidad de España. En lo sucesivo, el Gobierno no tendrá autoridad moral para no dar a futuros secuestros, sean cometidos por piratas o por otros delincuentes, otra solución que la de ceder al chantaje. Porque, en efecto, cuando se paga al secuestrador, el problema se soluciona. Ningún mérito hay en el Gobierno que dice sí a todas las condiciones de los secuestradores.

Además de dar una imagen lamentable como Estado, el Gobierno ha desacreditado a nuestras Fuerzas Armadas, enviadas teóricamente a prevenir y combatir actos de piratería, no a ser títeres de una política improvisada y ocurrente. Si hay un despliegue militar, el Gobierno debe utilizar la disuasión de la fuerza o retirarlo de la zona. Otro tanto cabe decir del brete en el que el Gobierno ha puesto a jueces y fiscales, forzándolos primero a encausar a los dos piratas somalíes y ahora a pasar por decisiones, sea quien sea el que las tome, que dejarán en papel mojado la soberanía del Estado y el Estado de Derecho.

Tampoco los medios de comunicación han escapado del ventilador que puso en marcha el Gobierno para tapar sus torpezas y errores. El presidente del Gobierno les pidió prudencia y discreción, lo que en el lenguaje del Ejecutivo equivale a silenciar críticas y dejarle las manos libres para actuar a su antojo. Pero si no hubieran acudido las familias a los medios de comunicación relatando su desesperación y la de los tripulantes, el secuestro del «Alakrana» probablemente seguiría empantanado en la incompetencia del Gobierno. Rodríguez Zapatero sí concurrió ayer ante los medios para dar la buena noticia de la liberación y colgarse las medallas. No lo hizo cuando sus ministros y su vicepresidenta primera estaban perdidos en un caos de descoordinación y enfrentamientos. Ahora tendrá que seguir compareciendo, pero para explicar a todos los muchos costes de esta liberación y asumir responsabilidades.

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