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La NASA en misión suicida a la Luna

La NASA en misión suicida a la Luna

Por fin Estados Unidos gana una guerra, o así parece: la NASA bombardeó ayer «con éxito» la Luna, en una anunciada misión dirigida a encontrar restos de agua helada en el satélite terrestre. Una sonda lunar se dividió en dos partes que se estrellaron una detrás de otra sobre la superficie lunar, provocando sendos penachos de polvo. De allí salen los restos recogidos, o mejor dicho atesorados, por la agencia espacial norteamericana que, aunque satisfecha y optimista, no piensa dar a conocer los resultados de los análisis hasta dentro de unas semanas.

La sonda espacial elegida para este ataque «suicida» a la Luna se llamaba LCROSS (siglas en inglés de Satélite para la Observación y Medición del Cráter Lunar). Estaba dotada de cinco cámaras, con una sensibilidad cercana a los infrarrojos y lleva a bordo cuatro instrumentos de medición científica de gran sofisticación que estuvieron sacando fotos, acaparando material y transmitiéndolo a la Tierra antes del impacto. La misión fue un éxito en el sentido de que se obtuvo una cantidad impresionante de datos según aseguró el director científico del proyecto, Anthony Colaprete.

Las dudas

De todos modos surgieron dudas. Y es que inicialmente se había esperado que la NASA informara inmediatamente -más o menos una hora después del impacto- de si había o no fumata blanca, de si habían encontrado o no agua en la Luna. Ahora se reservan el veredicto para cuando hayan analizado todas las abundantes muestras de que disponen, vía sondas lunares, vía telescopio Hubble, etcétera.

¿Pesimismo encubierto? ¿Tanto tiempo se necesita para decidir si hay o no hay restos de agua? De no encontrar nada, ¿cómo afectaría esto a la moral y, sobre todo, al presupuesto de la agencia en tiempos de crisis?

Miembros del equipo de la NASA llegaron a admitir que al principio les había sorprendido no ver penachos de polvo lunar, o no verlos lo suficientemente grandes, alrededor de los puntos de explosión. Pero luego se afirmó con énfasis que había habido penachos, que tenían polvo lunar para dar y tomar y que les sobraban datos.

La LCROSS fue lanzada el pasado 18 de junio junto con otro satélite, el Lunar Reconnaissance Orbiter, que en estos momentos sigue orbitando alrededor de la Luna. El punto elegido para la colisión fue el cráter Cabeus, cerca del polo Sur de la Luna, en un área que tiene sombra permanente.

El pasado 25 de septiembre la NASA confirmó que había hallado en la Luna moléculas mayores a las esperadas. También se encontraron trazas de hidroxilo, una molécula compuesta por un átomo de oxígeno y un átomo de hidrógeno. Esto disparó la búsqueda de agua helada en la Luna, un Santo Grial de la NASA y de todas las agencias inmersas en la carrera espacial.

La NASA retransmitió ayer durante una hora su «bombardeo» de la Luna, que se había anunciado con antelación, junto con el aviso de que sus efectos serían visibles con un telescopio relativamente modesto. Esto disparó ayer la afluencia de público a puntos de observación astronómica no sólo en Estados Unidos sino en todo el planeta.

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