La “tele” china quema Pekín
Este Año Nuevo Lunar ha resultado más explosivo que nunca en China, donde las celebraciones concluyeron el lunes con la tradicional Fiesta de los Farolillos. Como suele ser habitual en el gigante asiático, una multitudinaria traca de petardos y fuegos artificiales puso punto final a ... los fastos, que comenzaron el pasado 26 de enero con la entrada en el Año del Buey.
Pero a alguien se le fue mano con las mechas en Pekín, donde un pavoroso incendio destruyó el lunes por la noche un espectacular hotel que ya estaba casi terminado junto a la no menos impresionante torre de la televisión estatal CCTV (China Central Television), que permanecía vacía porque aún no ha sido inaugurada.
De hecho, tal cercanía hizo que se temiera que las llamas se propagaran a dicho rascacielos de 159 metros de altura, lo que habría sido un auténtico desastre en la capital china. No en vano, esta obra, diseñada por el holandés Rem Koolhas y el alemán Ole Scheeren, se ha convertido en uno de los iconos arquitectónicos del Pekín olímpico por su sorprendente forma, ya que se compone de dos torres inclinadas y unidas en su parte superior.
Finalmente, la nueva sede de la CCTV no se vio afectada por las llamas, que se reflejaban en su fachada de cristal y se quedaron a pocos metros. Y es que el fuego, que se prolongó desde primeras horas de la noche hasta las dos de la madrugada, se podía ver desde toda la zona de Guomao, uno de los barrios financieros y comerciales del centro de Pekín donde han proliferado los rascacielos y las galerías comerciales de lujo en los últimos años.
Lenguas de fuego de varios metros devoraron la estructura del futuro Hotel Mandarín Oriental, que se estaba terminando de construir a escasos metros de la torre de la CCTV y que forma parte del mismo complejo, presupuestado en más de 500 millones de euros. Ahora, buena parte de ese dinero ha ardido junto al edificio, al parecer, por los dichosos fuegos artificiales que tanto gustan en China.
“La CCTV contrató a personal de una compañía pirotécnica que encendió cientos de grandes petardos mucho más potentes que los que se venden al público, ignorando los avisos de la Policía de que tales fuegos artificiales no estaban permitidos”, explicó el portavoz de los bomberos de Pekín, Luo Yuan, a la agencia estatal de noticias Xinhua.
La imprudencia costó bastante cara porque, aparte de los daños materiales y del miedo que desató el incendio en el centro de Pekín, costó la vida a uno de los bomberos que participó en la extinción del incendio, que falleció por inhalación de humo a sus 30 años de edad. Junto a él, otros compañeros resultaron heridos por la virulencia del fuego.
Por “todos los daños que el incendio ha causado a una propiedad del país”, la televisión pública china ha pedido disculpas, ya que las llamas se originaron “porque el encargado de la construcción del nuevo edificio de la CCTV contrató sin permiso a personal que encendió fuegos artificiales que violaban las normas”.
En este Año Nuevo Lunar, la “tele” china ha acabado quemando Pekín.
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