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Argumentos de Rusia

VOLVEMOS sobre la extraña crisis de Georgia. Hemos recordado aquí (Oleoductos y Gasoductos, 21.08.08) las torpezas del presidente georgiano, Mijeil Saakashvili. Ordenó a sus tropas tomar por sorpresa, en la noche del 7 de agosto, Tskhinvali, capital de Osetia del Sur. Rusia sigue siendo la segunda potencia nuclear del planeta. El regalo que Saakasjvili hacía a Putin y a Medvedev no era fácil de entender.

Desde 2000, Rusia se ha transformado. Dentro de su estado permanece un sector canalla, el que mandó asesinar a Ana Politkovskaia y a tantos otros. Pero ese sector, al parecer, no avanza, sino que retrocede. Rusia es el primer productor de gas y el tercero de petróleo (no está en la OPEP). El acuerdo recién alcanzado entre British Petroleum y el nuevo consorcio de empresarios rusos, TNK, controlaba unos grandes yacimientos en Siberia, la quinta parte de las reservas de BP. El pacto estuvo a punto de irse a pique. Se acaba de alcanzar un acuerdo: BP cede algunos puestos en su consejo, pero no pierde el control. Su presidente, el irlandés Peter Sutherland, ex comisario europeo, ha sido certero: Rusia necesita inversiones y tecnología para frenar la caída de su capacidad extractora. BP es uno de los beneficiados por la crisis.

Rusia se siente inquieta ante territorios como Georgia, utilizados como corredores del paso de hidrocarburos hacia el Mediterráneo turco (oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan). El gesto de Turquía, el 6 de septiembre, al visitar su presidente al de Armenia, no ha pasado inadvertido, ni en la Unión Europea ni en Moscú.

En el conflicto Georgia-Rusia, los rusos ponen sobre la mesa algunos argumentos de peso. Fue el presidente Saakashvili quien mandó tomar por sorpresa la capital de Osetia del Sur, rompiendo los pactos que autorizaban a Moscú a mantener desde 1992 un así llamado contingente de paz en Osetia. Tras la disolución de la Unión Soviética, Rusia propuso un acuerdo por el que ambos estados rechazaran el recurso a la fuerza en Osetia y Abjazia. Eduard Shevardnadze, último ministro soviético de Asuntos Exteriores, luego presidente de Georgia, expresaba el 19 de agosto sus reservas sobre Saakashvili y añadía: «Se pueden mantener buenas relaciones con Rusia: Georgia las necesita».

Rusia se ha apresurado a hacer el paralelo entre Kosovo y Osetia del Sur. Estamos de nuevo ante el choque de dos principios contradictorios del Derecho Internacional, la integridad territorial de los estados soberanos frente al derecho de los pueblos a decidir su futuro. Algunos defienden, no sin razones, la sabiduría de la provisionalidad. Mantener el statu quo sin recurrir a la guerra. La provisionalidad a veces dura siglos. Cuando no hay soluciones reales a la vista, ¿es condenable ganar tiempo? No es respetable defender un mundo soñado en el que los altos ideales se imponen sobre los intereses. Quienes mantienen ese altruismo huero saben que representan una comedia. Rusia no es la Santa Rusia. Pero ha avanzado hoy, sorprendentemente, sobre el desgobierno y la rapiña de los años de Yeltsin. Putin ha permitido a muchos rusos recuperar la dignidad nacional.

El vicepresidente saliente de los Estados Unidos acaba de viajar a Georgia y Ucrania. Podrán ustedes incorporarse a la Alianza Atlántica, era su mensaje. Pero es el interés de los estados miembros de la Alianza el que determinará el ingreso o no de Ucrania y Georgia, no el interés de estos dos últimos. Sólo los pequeños bálticos tienen, por exigencias del guión, fronteras con la Federación de Rusia. Lituania, el más poderoso de los tres, tiene sólo una frontera, al suroeste, con Kaliningrado. Polonia, Eslovaquia, Chequia, Hungría, Eslovenia, Rumanía y Bulgaria no son fronterizas con Rusia. Declarar que la OTAN es una alianza defensiva no arregla las cosas. Antes de proponer que Georgia y Ucrania se incorporen a la OTAN, habrá que hablar con Rusia. Con una cierta tendencia al teatro, el presidente Saakashvili declaraba: «Si no paramos a Rusia, si el mundo no para a Rusia, sus tanques entrarán mañana en cualquier capital europea». Sabía quizá que exageraba.

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