Aronofski se lleva el Oro, pero su león, Mickey Rourke, se queda sin premio
¡La cara que se le habrá quedado a Mickey Rourke cuando haya visto que su premio de interpretación se lo daban a otro!... Y esto, que parece un arranque lógico para ésta o cualquier otra crónica del Festival, es el primer pellizco a un ... cerezal de obviedades: Mickey Rourke ya traía esa cara, o peor, y no necesitaba que un jurado malandrín le sustrajera una Copa Volpi, que suena en realidad a helado con paraguas. Wim Wenders era el presidente del jurado, y bajo su paraguas, una ristra de prestigiosísimos nombres del gran arte cinematográfico: Valeria Golino, el artista visual (¿?) Douglas Gordon, el guionista Juriy Arabov, y los directores Johnie To (Juanito), John Landis y Lucrecia Martel... La pregunta no es ¿cómo han llegado a cuajar tanto despropósito en un sencillo palmarés?, sino justo la contraria: ¿Cómo se les habrá ocurrido entre tanta tontuna de premios, elegir como gran vencedora a «The wrestler», de Darren Aronofski, una gran película que resalta en medio de ese melonar como un pirata tuerto en el vals de apertura del Año Nuevo vienés.
Sólo una edición tan penosa como ésta que acabamos de padecer hubiera podido soñar con un palmarés tan alto y al tiempo tan rastrojero: un gran León de Oro («The wrestler») y un gran despropósito: un León de Plata para Alexei German Jr. y su película «Soldados de papel», una reflexión sobre la reflexión de reflexionar mucho y de llegar a muchas conclusiones que ya se tratarán en filmes venideros... O un súper León especial para el alemán Werner Schroeter, que presentaba aquí la película «Noche de perros», otra reflexión a la altura de la de German Jr... Tal vez la carrera tan original de Schroeter merezca un premio, pero desde luego no debería de ser cinematográfico. ¿Por qué no un premio a su peculiar aspecto de vaquero en paro?
Hay una doble interpretación en las llamadas Copas Volpi al mejor actor y a la mejor actriz. Silvio Orlando hace un buen trabajo en «El papá de Giovanna», de Pupi Avati, y sólo rechina porque Mickey Rourke entró a manotazos en la competición con un personaje y una actuación que se irá agigantando con el tiempo. Rourke ha hecho algo grande, imperecedero, de una fuerza animal, y el hecho de ignorarlo por un jurado fantoche y un Festival semiahogado convierten el suceso en lo más importante de esta 65 edición: «Aquella que no premio a Mickey Rourke en «The wrestler»». No, si todavía se acabará conociendo a Wenders y los de debajo de su paraguas como aquellos que no vieron a Rourke...
La actriz francesa Dominique Blanc, con un personaje también destruido (la que se daba martillazos en la cabeza) de cerebro para abajo en «L´Autre», gozará de su premio y lo celebramos todos. Si hubiera sido «americana», como Charlize Theron, Marisa Tomei o Anne Hathaway, a Dominique Blanc no le dan en la Mostra ni la hora. Pero eso no quiere decir que sean y seamos tontos: quiere decir que, por mal que suene, donde esté un francés que se quite un americano.
Entra dentro de esa lógica «utilitarista», «paternalista» y «buenista» del mediopelismo festivalero que premien con el Especial del Jurado a «Teza», del maestro etíope Haile Gerima. Y no seré yo quien estire de ese premio para quitárselo: seguro que tiene más mérito hacer esa película, con sus cosejas y sus nadejas, que otras más redondas del tipo de las de Arriaga, Demme o Bigelow.
¡Bonito Festival! ¡Bonita representación masiva italiana! ¡Bonito Palmarés! ¡Bonito jurado! ¡Bonito con tomate!
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