¡Al rico helado!
Nestlé y Frigo apuestan por la nostalgia y Kalise por las populares hormigas Trancas y Barrancas para refrescar nuestro verano con el postre favorito de niños... y no tan niños
ABC.ES
Decía el escritor británico Gilbert Keith Chesterton que lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es una maravilla. Los juegos en el parque, la esperada visita de los Reyes Magos, el reencuentro con los amigos durante el primer día de colegio ... cada septiembre… Son esos instantes o recuerdos los que se graban a fuego en nuestra niñez y los que recordamos el resto de nuestra vida. Como el olor de los libros de texto nuevos, el uniforme escolar y, por supuesto, el festín infantil que cada verano llegaba con los helados. ¿Quién no recuerda los juegos en el parque o la piscina con un cucurucho en la mano cuando era niño? El helado es un placer refrescante que nos gusta tanto que no renunciamos a él ni en nuestra época adulta.
En realidad, ha sido siempre un postre deseado. Tanto es así, que durante mucho tiempo el helado sólo fue accesible para las clases más pudientes y los heladeros italianos guardaron celosamente la receta de la «crema helada» hasta que en el siglo XIII se hizo popular y comenzó a comercializarse. Típicamente veraniego, hoy en día es imposible caminar por las calles de un pueblo o ciudad sin la oportunidad de comprar un rico helado.
Pero, ¿cuáles son nuestros favoritos? «El chocolate sigue siendo el sabor estrella», asegura Gabriel, dependiente de una tienda de helados artesanales del centro de Madrid. «A la gente le gusta mucho mezclar sabores, pero yo diría que uno de cada tres clientes elige este sabor». A los típicos de fresa, limón o vainilla, se han unido ahora nuevas recetas que ofrecen al cliente una mayor variedad a la hora de elegir. El Kiwi, la menta, el coco, el maracuyá o incluso la zanahoria se han hecho su hueco en el mercado. «La gente tiene algo de recelo a la hora de elegir sabores diferentes a lo normal, pero casi todos acaban convencidos cuando los prueban. Yo creo que en algo tan común como el helado es siempre idóneo descubrir nuevas sensaciones». Marta, dueña de otra heladería, también valora la «valentía» de los clientes. «Están todos muy buenos. Obviamente si no te gusta la cereza no te va a gustar un helado de este sabor. Pero desechados aquellos que nunca vas a comer, siempre es muy recomendable probar distintos tipos de helado. Pero, eso sí, siempre artesanales», comenta con una sonrisa. Marta tiene su heladería abierta todo el año, aunque el 70% de sus ingresos anuales los obtiene entre mayo y septiembre. «En invierno puede que no apetezca mucho tomar un helado, pero los clientes que vienen en diciembre o enero acaban encantados porque, al final, lo importante es la calidad del producto».
Helados industriales
En los referente a los helados industriales, el mercado español es muy dinámico por la tipología de producto que desarrolla y la multitud de canales de venta en los que está presente. Según estimaciones de la AEFH (Asociación Española de fabricantes de helado), el sector en 2012 mantuvo los ratios de producción del ejercicio anterior, consolidando los 304 millones de litros, pero con una contracción en la facturación que alcanzaría el 1%. El tejido industrial está compuesto por unos 25 operadores, integrado por multinacionales y empresas nacionales de diverso tamaño y alcance. Los diez primeros operadores superan el 85% del mercado en valor y en volumen, y el resto de compañías tienen coberturas menores y, en muchos casos, distribuciones locales.
En Nestlé o Frigo han apelado en estos dos últimos años a la nostalgia de los niños ya mayores de los noventa. Nestlé rescató el año pasado el mítico Mikolápiz y en Frigo han vuelto a comercializar el famoso frigo pie. En Kalise, la tercera gran marca en discordia, son más actuales y entre su oferta encontramos a Trancas y Barrancas, las hormigas más famosas de la televisión, en versión helada. También ofrece el cucurucho Soul Alma de Oro con Avellanas, con salsa de chocolate y avellanas en su interior, bañado con una cobertura de chocolate y trocitos de avellana picada, presentado sobre un crujiente barquillo. «Nosotras nacimos en el 88 y para nosotros el Mikolápiz es un clásico», comentan Ana y Paula, dos chicas de 26 años en el bar de una piscina municipal de la capital. «Recuerdo que comías el helado con el ansia de saber si en la base había premio y te podías tomar otro. Como me pedía muchos, más de una vez hubo suerte», rememora Ana. «Por eso, es muy emocionante volver a ver estos helados de nuestra infancia ahora, tanto tiempo después».
Artesanales o de marca. En la playa o en la piscina. Solo o con amigos. El helado siempre sienta bien. Y como dice la famosa frase, «la vida es como un helado, si lo disfrutas se acaba; si no, también».
¡Al rico helado!
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