El pilar toledano del Palacio de Congresos de Madrid

A primeras horas de la tarde del 21 de diciembre de 1964, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne , clausuraba los actos conmemorativos de los «XXV Años de Paz», gigantesca operación propagandística con la que el régimen franquista quiso ofrecer una imagen de modernidad y de apertura el mundo. Como punto final de los eventos se programó la colocación de la primera piedra del futuro Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid que se levantaría en la Avenida del General Perón, junto a lo que entonces era la Avenida del Generalísimo, hoy Paseo de la Castellana. Para afrontar la construcción del mismo se convocó un concurso de arquitectura al que concurrieron 16 proyectos, siendo elegido el presentando por Pablo Pintado y Riba.

Unos días antes, el alcalde de Toledo , Daniel Riesco Alonso, había hecho entrega de una piedra extraída de las inmediaciones de la antigua Basílica de Santa Leocadia al delegado provincial del Ministerio de Información y Turismo, Moreno Sandoval, en presencia del canónigo Ireneo García Alonso, representante del Cabildo catedralicio. En el acto se puso de manifiesto que esta roca entroncaba «el pasado glorioso de España con el momento presente de la Patria». El propio Manuel Fraga también resaltó este simbolismo en el acto que relatamos. «Espero –dijo- que esta primera piedra sea un punto de apoyo más para el entendimiento entre los hombres de buena voluntad de todo el mundo y nos recuerde que los pueblos no pueden vivir cerrados sobre sí sin empobrecer su contenido».

Puesta la primera piedra y ejecutadas las obras, hubo de esperarse hasta junio de 1970 para que el entonces príncipe Juan Carlos inaugurase el nuevo Palacio de Congresos de Madrid, coincidiendo con las sesiones del VI Congreso Mundial de Minería. Una década después, en 1980, se instaló en la fachada del edificio un gran mural cerámico diseñado por Joan Miró. El mismo, ejecutado por Joan Gardy Artigas, está conformado por 7.056 piezas de veinte por treinta centímetros y con una superficie total de 550 metros cuadrados. En su momento se convirtió en el segundo más grande del mundo, tras otro trabajo del propio pintor mallorquín ubicado en la ciudad alemana de Wiesbaden.

Desde diciembre de 2012, las dependencias e instalaciones del Palacio de Congresos se encuentran cerradas al público e inactivas, tras detectarse deficiencias en su estado de conservación. En estos dos años, desde el Instituto de Turismo de España, entidad responsable de la gestión de esta infraestructura, se ha anunciado que se están buscando alternativas de futuro para el centro, sin que de momento se hayan concretado en nada. En tanto llegan estas opciones, en este cincuentenario no olvidemos que sobre una histórica piedra toledana se levanta un edificio que durante décadas acogió en sus salas algunas de las reuniones nacionales e internacionales más destacadas celebradas en España, como la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa que se prolongó durante varios meses entre 1980 y 1983.