artes&letras castlla-la mancna
Atrevidas poses «romanas» de Gregorio Prieto
Una muestra fotográfica de «escandalosa modernidad»
por amador palacios
El poeta Eduardo Chicharro y el pintor Gregorio Prieto son dos creadores del siglo XX marcados por una notable independencia artística y una noble grandeza de miras. El segundo es sobradamente reconocido mientras que el primero, fundador del movimiento vanguardista llamado Postismo, se mantiene en ... un injusto semiolvido, con un corpus bibliográfico sobre su figura y obra valioso pero muy reducido.
Estos dos personajes, Chicharro y Prieto, defendieron el abordar una obra con presupuestos muy modernos pero incorporando el provechoso sedimento del arte del pasado, fusionando así tradición y vanguardia. Los poemas genuinos del Postismo fueron romances, y los poetas postistas, Chicharro al frente, escribían sonetos con sobrada frecuencia. Prieto, por su parte, cuando llega a Italia y comienza a viajar a lo largo de ella en la época en la que residió como pensionado en la Academia de España en Roma, queda grandemente atraído por los vestigios del mundo clásico, que reproduce en sus pinturas y dibujos impregnándolos de concepciones provenientes de las últimas tendencias artísticas, influyéndose por Chirico, Man Ray o Picabia. Hay una atmósfera en muchos de esos cuadros que, tal como en los de Chirico también pasa, recuerda a esos espacios desnudos y profundos propios de Magritte. En definitiva, la poética de todos estos pintores se aúna en un resuelto y nítido surrealismo.
Chicharro y Prieto, que coincidieron en la Academia de España en Roma, ya se habían conocido en Madrid. En Roma, Chicharro era pintor, pero le gustaba más escribir y ésta fue su vocación definitiva y su poderoso destino. El temperamento anticonvencional de estos jóvenes, y su mutua atracción artística, hizo que comprasen una cámara y proyectasen un libro con retratos fotográficos, inspirados por Gregorio Prieto y realizados por Eduardo Chicharro, quien ilustraría estas fotografías con sus textos y otros del amigo.
Prieto comenta que en esa convivencia «la literatura irrumpe con fuerza. Nos dedicamos, tanto Chebé como yo, a escribir textos sobre las fotografías». En cuanto a lo de Chebé: Eduardo Chicharro firmó textos en la época postista con el acrónimo «Chebé», fusión de las dos primeras letras de sus apellidos (Chicharro Briones) y también con el semiseudónimo «Chicharro Hijo»; algunos de sus amigos, como Carlos Edmundo de Ory, bromeaban con esta última firma llegándole a llamar «Chicharro Botijo». Chicharro estuvo sumamente ilusionado (Prieto al parecer no tanto) por que se materializase esa obra en colaboración entre ambos; en carta que envía a Prieto a Roma desde Alemania, le confiesa entusiasta: «Yo vivo en una llama; mi sueño de Surrealismo es ya un delirio, una pasión, un Vicio, más que arte. Temo que por este camino se ha de llegar discretamente a la locura, pero ¿a mí qué me importa? Mira, Gregorio, voy comprendiendo la vida: si se vive verdaderamente, vale la pena vivirla, pero si se vive… como todos, lo mismo da morirse o volverse tonto». No quedan los textos que escribió Chicharro a tal efecto, pues destruyó sus escritos cuando regresó a España en 1943. Sin embargo, un corpus decisivo de las fotografías pervive. Una de ellas, titulada Il Penduto -en la que aparece Prieto con la cabeza tocada por un cascosideral» y luciendo en el pecho el naipe de «El ahorcado» del Tarot- se publicó en la portada de la revista Postismo, en enero de 1945. «Resurrección», posiblemente el único salvado de la quema y publicado en la «Liricoteca» de Postismo, es un poema de Chicharro, en arte menor, medio romanceado y medio libre, que ilustraría a la perfección la fotografía Muerto y resucitado en la que Prieto aparece con la cara salpicada de insectos; dos de sus versos tajantemente declaran: «De menuda escritura / ved su cutis cubierto», asociando, al más puro estilo surrealista, la escritura con insectos locuaces como signos de la palabra. Algunas de estas fotografías son fotomontajes y exhiben la técnica del doublage unas y del collage otras. El propio Prieto cuenta que Ramón del Valle-Inclán, director entonces de la prestigiosa institución, al verlos salir por la puerta de la Academia con la cámara, exclamaba: «Ahí están esos dos locazos».
Chicharro, en sus párrafos autobiográficos, resume esta colaboración: «En la Academia trabé gran amistad con Gregorio Prieto, pensionado por el paisaje [Chicharro estaba pensionado por la figura], y, narcisista como él era -siempre lo fue y lo sigue siendo-, literatoide como yo me sentía, acometimos la obra de fotografiarle a él, de mil maneras, todas cargadas de narcisismo -no homosexualidad-, de surrealismo y de poesía, en fotografías que yo me puse a ilustrar con su correlativo texto literario -poético-. De ahí salió uno de los poemas que luego se publicaron en la revista «Postismo».
Atrevidas poses «romanas» de Gregorio Prieto
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