artes&letras castilla-la mancha
Lugar para el reencuentro (14): Allegra Byron
«A menudo me he preguntado por esta niña dando sus primeros pasos entre palabras italianas que, como las monjas, tampoco eran de su familia»
por beatriz villacañas
Ella fue aquella niña a quien su padre, Lord Byron, por entonces rey de la selva de la poesía, internó en un convento de monjas en Italia. Murió a los cinco años, allí, en el convento, supuestamente acompañada de la caridad de las monjas, pero ... sin padre a su lado. Y sin madre tampoco, quizá porque ésta, la desdichada e inestable Claire Clairmont, no pudo darle ese amor protector que nace de la fuerza y la estabilidad emocional de las que carecía.
A menudo me he preguntado por Allegra, por cómo se habría sentido, desde el infantil asombro de su vida, acogida, pero no deseada, en la casa de los Shelley, que uno imagina habitada por la intensidad perturbadora de ambos escritores. Y después, dando sus pasos niños entre palabras italianas que, como las monjas, tampoco eran de su familia. Soledad de la infancia. Despedida del mundo con cinco años tan tiernos y tan cortos como los dedos de su pequeña mano.
Aquella niña inglesa dio nombre al segundo de mis libros, Allegra Byron, publicado en el ya lejano año 1993 en la Editorial Zocodover. Sí, me la traje a Toledo, donde, aun sin vivir allí, de alguna forma permanezco. En un verano de hace más de una década escribí estos versos:
Llegaste un día sorprendiendo a todos / los que creían ser dueños de su glorioso mundo, /clandestina inocencia/ que caminó bajito y de puntillas, / tú jamás revelaste los secretos/ de la noche más blanca que haya existido nunca. / Te marchaste como si hubieras sido la autora de ti misma/ y marcaste distancia con aquellos/ que te dejaron sola entre los hábitos / de monjas italianas y morenas.
Ha llegado el verano y Allegra, caminando bajito y de puntillas, reaparece en mi recuerdo. Y le doy de nuevo la bienvenida con la dedicatoria que para ella escribí entonces:
Allegra, dejaste la posteridad para tu padre,
Los versos y la guerra, las horas de indolencia, la boutade.
Tú prefieres cantar una canción oscura escondida en mis álamos.
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