30 años de Carnaval en Toledo
Tras cuatro décadas de dictadura, esta fiesta volvió a instaurarse en Toledo en 1984. Uno de los artífices del regreso fue el exconcejal Pérez del Pino, durante la Alcaldía de Sánchez Garrido
M. Cebrián
A pesar de que habían transcurrido nueve años desde la muerte de Francisco Franco, no fue hasta 1984 cuando Toledo se volvió a engalanar para celebrar el Carnaval, fiesta de origen pagano que había estado prohibida durante las casi cuatro décadas que duró la dictadura ... de Franco.
Es por ello que este 2014 el Carnaval toledano cumple 30 años, un tiempo en el que esta fiesta de cierto desenfreno y permisividad que antecede a la abstinencia de la Cuaresma se ha consolidado y ha contado con la participación activa de los toledanos . [Vea algunas de la imágenes de estos años]
Así lo destaca a ABC uno de los artífices de la recuperación de los Carnavales, Juan José Pérez del Pino, que ocupó la Concejalía de Deportes y Festejos del primer equipo de Gobierno socialista -que presidía el socialista Joaquín Sánchez Garrido- y que tomó las riendas del Consistorio toledano en 1983.
Recuerda Pérez que como responsable de esta Concejalía decidió que Toledo tenía que recuperar esta fiesta, al igual que estaba ocurriendo en otras ciudades de España que despertaban del largo letargo de la dictadura. De esos primeros años de celebración, el exconcejal resalta el nivel de implicación de la mayoría de los toledanos y considera que «la única manera de que los Carnavales funcionen es con la participación de todo el mundo».
Los principios
Así, explica que para empezar a organizar el Carnaval, el equipo de Gobierno decidió instaurar una serie de reuniones periódicas con la Policía Municipal, los electricistas, los carpinteros, las asociaciones de vecinos, los bares y en general con todos los establecimientos hosteleros.
Fue en estos años cuando los vecinos de Toledo comenzaron a crear grupos y comparsas y el Ayuntamiento les cedió espacios sociales de manera provisional para que pudieran preparar las fiestas, tales como San Marcos, los bajos del polideportivo Salto del Caballo o el antiguo convento de San Gil, actual edificio de las Cortes de Castilla-La Mancha.
Apunta el que fuera responsable de Deportes y Festejos que el primer cartel del Carnaval democrático , que representaba una máscara veneciana, salió de los pinceles de Tomás Camarero, que prestó una importante colaboración en el desarrollo de la fiesta.
Los detractores
Recuerda también que el Gobierno municipal tuvo que poner en marcha un dispositivo policial especial para evitar conflictos, pues todavía había toledanos que no eran partidarios de recuperar esta fiesta pagana. «Había tenido presiones y visitas de vecinos que me pedían que no lo pusiera en marcha, que era muy peligroso y que algunos aprovecharían el anonimato que brindaban las máscaras para generar problemas», algo que finalmente no ocurrió.
Aunque considera que en estos treinta años el Carnaval ha tenido un gran seguimiento, cree que «en los últimos tiempos se ha estancado» y se ha vuelto «un poco monótono». Por ello, el que fuera edil socialista ve necesario hacer alguna modificación, como volver a abrir esta fiesta a los vecinos. Y es que, según critica, este 2014 será el primer año en el que las asociaciones de vecinos de Toledo no van a formar parte del jurado de charangas ni organizarán los festejos. «Quizás debiera servir esto para buscar un jurado de tipo técnico, que actuara a propuesta de diferentes entidades».
También sugiere modificar algunos itinerarios buscando alternativas para los desfiles, (cambiar el recorrido del Entierro de la Sardina) o hacer variaciones de un año a otro, «sin que se le quite nada a nadie», así como contar con las propuestas y la visión de los jóvenes, «que son los que de forma mayoritaria se disfrazan en la noche del sábado».
El Casco, alma de la fiesta
Lamenta que el Casco Histórico de Toledo no sea el principal escenario que acoja esta celebración, como ocurre por ejemplo en ciudades de gran tradición carnavalesca como Venecia, y que la fiesta haya derivado en el desfile de carrozas alquiladas que no suben al barrio antiguo, donde, en su opinión, se encuentra «el alma de la fiesta». Y es que, a juicio de Pérez del Pino, los Carnavales de Toledo «no tienen una identidad propia», como sí ocurre con otras celebraciones como la Semana Santa o el Corpus Christi, y «cada vez se parecen más a los de cualquier otra ciudad».
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