Jugamos a 'Assassin's Creed Shadows': la venganza vuelve a ser el filo del Credo

Lo primero que queremos resaltar es que, como muchos anticipábamos, la ambientación japonesa encaja perfectamente en 'Assassin's Creed'. En 'Shadows', exploramos nueve regiones del Japón feudal, cada una con su propia identidad, historias y personajes, todas ellas con una arquitectura cautivadora y elegante, diseñada sin perder de vista la jugabilidad característica de la saga.

Ubisoft ha diseñado un mapa fascinante que abarca varias provincias en el corazón del país. Durante las 40 horas que nos ha durado el juego, siempre hemos encontrado algo sorprendente en su mundo abierto, que no solo refleja la belleza de sus paisajes, sino también la dureza de su clima, cambiante a lo largo de las estaciones conforme avanzan las misiones. En esta ocasión controlamos a dos protagonistas, Naoe y Yasuke, completamente opuestos tanto en historia como en jugabilidad.

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La historia se sitúa con Oda Nobunaga como una fuerza imparable que quiere unificar el país. Pero una misteriosa organización, el Shinbakufu, quiere ponerlo todo patas arriba... Ahí entran en acción Naoe, hija de un valeroso guerrero de la modesta región de Iga, y Yasuke, un esclavo africano convertido en samurái de confianza del propio Oda. Sin entrar en detalles, la venganza será el plato fuerte del título, y lo que desencadenará todos los acontecimientos de la trama principal. Aquí, encontramos el primer y gran punto flojo, y es que ambos personajes funcionan bien, pero Naoe se siente mucho más protagonista que Yasuke, porque es quien explota mejor las bondades del juego y la que realmente carga con el peso de la historia.

Yasuke mola, porque es brutal en el combate, más mejorado y dinámico que en juegos anteriores; pero para todo lo demás Naoe, la shinobi, se siente más divertida. Escalar, ocultarse, asesinar por la espalda sin que nadie te detecte... no hay punto de comparación y Naoe representa mejor lo que siempre ha sido ser un asesino.

Pese a las diferencias, el título nos incentiva a alternar entre personajes, no solo a través de misiones exclusivas para cada uno, sino también mediante el sistema de búsqueda. Esta mecánica establece una recompensa por la cabeza de cada coprotagonista si causamos demasiado caos, animándonos a jugar con el que no está en la mira para evitar ser perseguidos constantemente por enemigos indeseados.

Como decíamos, el combate y la progresión han mejorado, pero siguen la estructura tan familiar que ya nos habían presentado en las anteriores entregas RPG. Sin embargo, la exploración en 'Shadows' es mucho más orgánica que en otras entregas. Olvídate de escalar montañas como si fueras un todoterreno o de usar un águila como si fuera un dron que señale todos los puntos de interés del mapa. Aquí tocará ir a pata (o a caballo), para conocerte el mapeado y descubrir, por tu cuenta, a donde tienes que ir o donde está la siguiente atalaya. Todo mucho más inmersivo. Y lo agradecemos, porque incentiva el perderse por el mundo y descubrir todos los secretos que ofrece el juego.

Además de las misiones principales, el juego incorpora una variedad de misiones secundarias, actividades y contratos que apenas se distinguen de las principales. Por otro lado, el panel central de investigación, cuyo objetivo es desmantelar una sociedad secreta de villanos (siguiendo la línea de los últimos títulos de la saga), acaba convirtiéndose en un enredo de objetivos que exige una navegación más frecuente de lo que nos gustaría. Esto provoca que en parte la trama principal se sienta un poco atropellada, con parones demasiado largos hasta que realmente sientes que estás avanzado en la historia.

Otro aspecto que nos ha encantado de 'Shadows' es la gran cantidad de contenido de calidad que ofrece. Si bien en ocasiones no lo presenta de la forma más clara, una vez que te acostumbras a su manera de organizar misiones y objetivos, descubres un juego que fácilmente puede superar las 100 horas de duración. Entre actividades secundarias, misiones y tablones con objetivos adicionales, siempre hay algo por hacer. Todo esto se mantiene interesante gracias a una jugabilidad refinada, capaz de atraparnos y hacernos disfrutar simplemente jugando, independientemente de la calidad de la historia que nos estén contando.

Shadows es de los juegos más divertidos de la saga. El sigilo y el parkour se siente mejor que nunca, y estamos ante unos de los títulos más hermosos que ha creado Ubisoft. La jugabilidad es adictiva, y hay contenido para rato para quien se quiera perder entre los entornos nipones. Al final es una evolución de la fórmula, y aquellos que ya estuvierais enamorado con la saga, sin duda no os va a defraudar. También nos parece un punto de entrada perfecto para aquellos que o bien llevan mucho sin tocarla o para quienes nunca se han iniciado en el Credo.